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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

De desesperación y esperanza

Programa emitido en febrero de 2003

Para comenzar, un mito…

Pandora fue la primera mujer. Indignado Zeus por el engaño que había sufrido por parte de Prometeo, decidió vengarse de la raza humana. Encargó a Hefesto que modelase con arcilla una figura de mujer a imagen de las diosas.

Atenea vistió esta figura, las Gracias la enjoyaron, las Horas la cubrieron de flores, Afrodita le dio su belleza y, por último, Hermes le confirió la maldad y la falta de inteligencia. Hecha la obra, Zeus insufló vida a la figura y envió a Pandora como regalo a Epimeteo. Pese a que Prometeo había ordenado a su hermano que no aceptase ningún presente de Zeus, Epimeteo, ofuscado por la belleza de Pandora, no le obedeció y se casó con ella.

Cuenta Hesíodo que Prometeo había logrado capturar todos los males y los había encerrado en una vasija, pero que la funesta Pandora, llena de curiosidad por saber qué contenía la vasija que su marido le había prohibido abrir, quitó la tapadera, saliéndose entonces todos los males y esparciéndose por la tierra. Sólo quedó dentro la esperanza, que, con sus consejos falaces y sus pobres consuelos, les impide suicidarse.

Consejos falaces y pobres consuelos… esa es la esperanza. Que es-pera aquello que se alcanza a condición de negarse lo propio del deseo… la libertad. Que es-pera, haciéndosela, al sujeto, en su expresión de estilo, de única maravilla. Andar esperando es negarse a la paradoja de lo vital, es acometer el pánico sin retorno. Andar esperando es no andar. Es esperar sentado. Es no accionar. Y todos sabemos lo que, quizás aquella canción que vuelve desde lo lejos, nos alerta…

En el borde del camino hay una silla
(la rapiña merodea aquel lugar).
La casaca del amigo esta tendida
(el amigo no se sienta a descansar).
Sus zapatos desgastados son espejos
que le queman la garganta con el sol
y, a través de su cansancio, pasa un viejo
que le seca con la sombra el sudor.

En la punta del amor viaja el amigo,
en la punta más aguda que hay que ver:
esa punta que lo mismo cava en tierra
que en las ruinas, que en un rastro de mujer.
Es por eso que es soldado y es amante;
es por eso que es madera y es metal;
es por eso que lo mismo siembra rosas
que razones de banderas y arsenal.

El que tenga una canción tendrá tormenta;
el que tenga compañía, soledad.
El que siga buen camino tendrá sillas
peligrosas que lo inviten a parar.
Pero vale la canción buena tormenta
y la compañía vale soledad.
Siempre vale la agonía de la prisa
aunque se llene de sillas la verdad.

Sillas peligrosas tentándonos con ofertas baratas, con ilusiones desteñidas que hacen muecas, con consejos falaces y pobres consuelos… Es cierto, ser de pie, es lo difícil. Entonces, valentía mediante, a ello… y a quitar esperas. A des-esperar. Que es… ya no esperar, anular la espera, atravesar el vacío que gesta la ausencia del otro, atreverse a la saciedad de la soledad, sol-edad, ese sol que ilumina la oscuridad del mundo.

Dicen esos dichos populares que el que espera desespera… Será que nadie llega a la cita? Será que el otro, cual holograma recalcitrante, se suma a la ligereza de los viejos y acostumbrados… por eso mismo herrumbrados…movimientos de la piel que no colman su avidez de muerte? Será que el que no busca encuentra, como ya nos decía el artista?

Podemos decir que el que no espera, aquel no preñado de esperanzas, ese que no gasta la vida, ese que no despilfarra días únicos e irrepetibles en tejer y destejer, ese no esperanzado, crece en el esfuerzo sostenido de construir el deseo con la arcilla humedecida en la propia sangre. Con la desesperación de sumar lo único válido, eso que hay que defender de todo… Dice el poeta: defender la alegría, salvarla del naufragio cotidiano, ese que sólo espera para encontrar la nada, hojarasca de un recuerdo perdido. Perdido como son los recuerdos, que se pierden en la ficción que los alumbra… la vida misma, trepada a sus parajes de gestas anónimas, por eternamente familiares…

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