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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

El amor y el dinero

Programa emitido en marzo de 2003

Dinero, excrementos… Amor, sexo… ¿Qué lazos reúnen estos significantes que, en paradojal sustantivación, se encuentran con el mercadeo? Relación sexual… Comercio carnal…

Alguien dijo… “La expresión 'tener comercio carnal' es un eufemismo para referirse a lo que actualmente preferimos llamar relaciones sexuales. Justo en este campo, la educación ha hecho necesarias las expresiones asépticas cuya intención es desligar la referencia léxica de cualquier evocación de la realidad, sin duda para compensar la tendencia contraria del vocabulario vulgar, que en este tema se recrea incluso en la vulgaridad. Pues bien, el lenguaje moral, que ha tenido gran necesidad de instalarse en la conducta sexual, porque de ella dependía la reproducción, tanto por exceso como por defecto, dio por darle a la actividad sexual el nombre de comercio carnal.

Los enemigos del alma, decía el catecismo, son el mundo, el demonio y la carne. Estamos a vueltas con los eufemismos: siempre se ha necesitado una palabra que nos ahorrara las de carácter excesivamente gráfico y evocador…”

Una mirada en dirección de las organizaciones sociales más antiguas, nos alerta respecto dea ese lugar de desecho del dinero, lugar que lo vincular deja vacante prometiendo bacanales y lujuria.

Podemos definir el concepto de clan celta como una familia compuesta por individuos que descienden de un personaje notable y que, con frecuencia, conservan el nombre de éste. Habitualmente, los clanes también tenían sus orígenes en relación con animales totémicos de los que creían descender.

Tribus y clanes celtas veneraban y respetaban a ciertos animales con lo que se establecía una relación totémica de diversa índole. En algunos casos, no se cazaban esos animales o se tatuaban dibujos de ellos o se adornaban con trozos de dichos seres, etc. Con ello, además de venerarle, se pretendía su asistencia, auxilio o consejo en las diferentes vicisitudes de la vida celta. Tal veneración trascendía hasta en el estilo de lucha celta que remedaba la forma de luchar de ciertos animales. Con posterioridad esas técnicas de pelea dieron lugar a las diferentes formas de combatir de los caballeros medievales.

En Escocia, los escudos de cada clan lucían y lucen, aún hoy, animales emblemáticos, junto a colores distintivos que se continúan usando, empleados en los tejidos con los que se confeccionan los atuendos típicos de cada clan. El jefe del clan era un descendiente en línea directa del fundador, padre nominal del clan, y ejercía su autoridad sobre los integrantes de ese clan. En muchas tribus celtas, el clan de la madre era distinto al del padre, se distribuían obligaciones y derechos. Al clan de la madre le correspondía, en derecho, la educación de los hijos menores, éstos pasaban al clan del padre cuando alcanzaban la mayoría de edad céltica.

Al enviar a los hijos al clan materno, éstos eran confiados normalmente a los tíos maternos, adquiriendo éstos el papel de padres adoptivos o nodrizos. Este tipo de adopción druídica derivó en una escuela de aprendizaje.

La existencia de un caudillo o jefe clánico no implicaba una estratificación de la sociedad, en el sistema de clanes, lo que privaba eran los lazos. Este sistema de clanes, en las etapas anteriores a las conquistas normandas, ubicaba el sentido de lo propio en un lugar de completud. La posesión de las tierras, sus derechos de explotación, no pertenecían al jefe, tal privilegio era compartido por todas las familias que realizaban tareas agrícolas a modo de explotación colectiva, esto fue abolido con la introducción del sistema feudal de las conquistas normandas. La estructura comunitaria de los clanes celtas fue durante bastante tiempo base de su sociedad. Hoy, está extinguida a excepción de algunas zonas escocesas, donde aún existe adaptada a los tiempos actuales.

El clan celta era más importante que la familia, al clan se podía ingresar por elección y se podía renunciar al estipulado por lo familiar. El clan celta era responsable del bienestar de sus miembros, vigilaba el cumplimiento de los deberes y obligaciones de cada miembro del clan. Cuando se cometía algún tipo de delito, el clan era solidario con el castigo y la vergüenza que ello conllevaba. El infractor era desterrado, expulsado de la tribu, el clan asumía la reparación del daño causado si el infractor no podía hacerlo. Se lo excluía de la tribu, del clan y fundamentalmente de sus lazos afectivos… Nada más doloroso que ser repudiado por el propio clan. El clan ejercía la venganza si la victima, como en los casos de asesinato, no podía ejercerla.

Asimismo exigía las reparaciones adecuadas mediante compensaciones económicas ya fijadas de antemano, según la naturaleza del perjuicio.
Compartían sus penas y alegrías, victorias y derrotas, ritos y fiestas en honor de sus antepasados comunes, animales o humanos. Este modo de convivencia calma, atraviesa las vicisitudes del alma en su atavismo, sin sumar el perjuicio del malestar que produce la cultura elevada a la categoría de sociedad de consumo. Con-sumo… eso que sólo puedo sumar. Pérdidas y ganancias, delirios de pueblos y personajes que pretenden asumir el rol de jefe de clan “sin tener vocación y sin saber el oficio” -diría Serrat-.

Cultura que asigna un lugar para cada cosa, no precisamente por abundar en leyes, leyes que como podemos observar en las sociedades antiguas son sostén del endeble instinto gregario. Nos invaden los contextos, esos que pretenden hacer marco de lo innominado. Así… “En el contexto moral, la carne es el sexo. Este término que hoy empleamos no es menos recatado y críptico que el antiguo término religioso. La única diferencia es que hoy se lleva lo científico; y la palabra sexo de ahí está tomada, no del lenguaje de la calle. Del sustantivo carne, que suele desarrollarse en la expresión “los placeres de la carne” (o los deleites), se formó el adjetivo carnal

Pero lo más llamativo es que aparezca precisamente la palabra comercio asociada a la carne, es decir al sexo. En principio la expresión comercio carnal se aplica a toda actividad sexual. Luego se reserva para las que tienen la connotación de ilícitas, sin que tengan la especial de sujetas a precio o mercadeo; es decir que esa expresión no es ni mucho menos específica para la prostitución, que por supuesto no queda ni excluida ni especialmente incluida.

¿Por qué comercio, si no hay mercadeo explícito? Commercium es la palabra latina de la que procede comercio. Compuesto de mercare, que significa comprar (de ahí mercado). El prefijo cum tanto puede ser de compañía como de intensidad. En cualquier caso, no afecta de forma decisiva el valor final de la palabra. Es decir que el valor de mercadeo no se puede desligar de la palabra, por más que pueda usarse metafóricamente para significar otros intercambios no mercantiles. Tenemos pues la idea de compra-venta inseparable de esta palabra.

¿Qué llevó a denominar comercio carnal al intercambio sexual? Lo más probable es que fuera decisivo para esa denominación el hecho de que el sexo nunca le salía gratis al hombre. Tenía que pagarlo de una forma si se casaba, y de otras formas si quería disfrutar de él fuera del matrimonio…” La mitología podría resumir, también, cierta respuesta… Afrodita (Diosa del amor) y Hermes (Dios del comercio) tuvieron a Hermafrodito…

¿Será que tal reunión deja fuera la falta que hace acontecer al deseo? Para comprender mejor el lazo de la relación dinero-excremento, seguiremos a Freud. En Lo inconsciente, escribe, los conceptos de excremento (dinero, regalo), de hijo y de pene se separan mal y se intercambian fácilmente entre ellos. Del mismo modo, señala que, en los sujetos que sufren de neurosis obsesiva, los fantasmas concebidos primitivamente a la manera genital se trasforman en fantasmas de naturaleza anal. Al hablar del primer regalo (el excremento) del lactante a la persona amada, Freud destaca que el niño se encuentra por primera vez ante la siguiente elección: o bien cede el excremento y lo sacrifica al amor, o bien lo retiene para la satisfacción autoerótica y, después, para la afirmación de su propia voluntad.

Retomando, entonces… Venus y Mercurio (los que en Roma fueron pares de aquellos griegos y que nombran, también, nuestra terrícola separación del Astro Rey) tal vez, nos estén dando una mejor pista… Cierta separación, cierta ausencia de todo -asepsia, abstinencia- puede hacer funcionar mejor las cosas…

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