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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

A tiempo / A destiempo

Programa emitido en octubre de 2002

Como Urano imponía una continua fecundidad a su compañera, ésta planeó junto con sus hijos mayores, la venganza. Ninguno de ellos aceptó, excepto el más joven de ellos, Cronos, quien odiaba a su padre (no se sabe bien por qué). Entonces Gea le confió una serpiente de acero muy dura y aguzada, y cuando una noche Urano se acercó a ella para fecundarla una vez más, Cronos que se encontraba expectante, le cortó con la serpiente los testículos a su padre y los lanzó al espacio.

Luego de destronar a su padre, Cronos había rehusado dar satisfacción a Gea y no quiso liberar a sus hermanos condenados a no ver la luz. Gea le prometió que también él sufriría la suerte que había infligido a su padre, y que sería destronado por uno de sus hijos.

Cronos devoraba los hijos que le daba Rea. Los primeros cinco, se los comió. Pero cuando estuvo a punto de nacer el pequeño Zeus, Rea decidió salvar a ese niño. Con la complicidad de Gea, encontró un asilo en una caverna de Creta, donde dio a luz. Luego tomó una piedra y la envolvió en pañales, llevándosela a Cronos y diciéndole que era su hijo. Sin enterarse de la verdad, Cronos, tomó la piedra y se la comió. Zeus se había salvado al mismo tiempo que Cronos estaba condenado.

Ya todos sabemos que Zeus venció a Cronos, quien vomitó a sus hijos tragados y fue desterrado a Tártaro.

Debemos agregar un dato interesante, Hades, el señor de los infiernos, era hijo de Cronos. Queda armada una interesante ecuación: Cronos, el viejo dios del tiempo, lleva en su interior a Hades, el dios de las profundidades. Podemos concluir que los infiernos profundos están en el tiempo viejo.

Dice Sigmund Freud en Lo inconsciente:

Los procesos del sistema Inconsciente se hallan fuera del tiempo, esto es, no aparecen ordenados cronológicamente, no sufren modificación ninguna por el transcurso del tiempo y carecen de toda relación con él.

En el inconsciente no existe el pasado, ni el presente, ni el futuro, el tiempo es el del sujeto, atemporal, vigente, siempre el mismo.

Para los humanos, sujetos a-tiempo, no es posible llegar a tiempo a ningún lado, porque ese tiempo ya pasó. Usemos el calendario que usemos, estamos en un tiempo Otro, que deviene hoy. El yo debe hacer con los pies hundidos en las arenas movedizas del tiempo.

A-tiempo, Cronos fue presa de la maldición, muerto en los orígenes, hacedor del germen del Olimpo, por la negación de la afirmación.

Misterioso, fugaz y perenne, el 'tiempo' siempre nos pone en un aprieto…

Suele ser lo que nos apura, lo que perdemos, lo que deseamos…

San Agustín decía: Es en el alma donde medimos los tiempos

Entonces, quizás, deberíamos preguntarnos ¿qué mella hace esta palabra en nuestra alma? ¿qué desesperación nos instala esta palabra?

Una desesperación racional, podríamos decir los psicoanalistas…

Entonces, ¿qué nos tiembla cuando pensamos en el tiempo?

Borges decía nuestra sustancia es el tiempo… estamos hechos de tiempo. Porque, podríamos no estar hechos de carne y hueso… por ejemplo, cuando soñamos, nuestro cuerpo físico no importa, lo que importa es nuestra memoria y las imaginaciones que urdimos con esa memoria…

Unamuno, en Tiempo vacío, dice: Ver nevar es, más aún que ver llover, algo así como ver la caída del tiempo en la clepsidra celeste…

El tiempo parece ser más poesía que tacto, más deseo de posesión que posesión… También, el tiempo y el deseo suelen anudarse a nuestros pasos: Si pudiera volver el tiempo para atrás… Martín Fierro podría responder a ese deseo:

sigún mi saber alcanza:
el tiempo sólo es tardanza
de lo que está por venir.
No tuvo nunca principio
ni jamás acabará,
porque el tiempo es una rueda
y rueda es eternidá;
y si el hombre lo divide,
sólo lo hace, en mi sentir,
por saber lo que ha vivido
o le resta que vivir.

Entonces, hablar del tiempo, interrogarse por él, parece ser superficie de una pregunta más profunda, la de la vida que pasa…

A-tiempo, atemporal, a tempo de la melodía interna Agustiniana (por San Agustín) indicando que el intentar hacer algo a tiempoes arruinarlo.

Se trata de vivir sin dictado escolar poblado de faltas de ortografía.

¿A quién no le duele alguna vez la vergüenza, tal como le dolió en primer grado? ¿Quién no sufre el abandono por enésima vez cuando juró haberlo abandonado?

Dice el poeta:

No envejecemos, nos disfrazamos para entrar en la muerte.

Golpe bajo para aquellos que creen que el tiempo del amor es la noche y el lugar una cama gastada y sin deseo, o para los otros convencidos de que dejan de enamorarse porque envejecen (sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse) o para la mayor parte de los pobres mortales que creen que la muerte llega a tiempo porque la vejez la anuncia por anticipado, sin entender que la muerte es un disfraz para justificar el cansancio de vivir.

El filósofo a dicho: Vivir es nacer a cada instante, lo malo es que hay gente que muere sin haber nacido todavía. Sólo se trata de vivir con la valentía de perder lo que nunca se tuvo. Ya lo ha dicho el genio: sólo se pierde lo que nunca se tuvo. Vivir con la impiedad de atreverse al amor en los jeroglíficos del cuerpo, sin incurrir en los ya mencionados pecados capitales del alma…

Ya desde los inicios de la filosofía, la pregunta por el sentido del mundo y del ser remitía al tiempo. Eterno y cíclico para algunos, lineal y de dirección irreversible para otros, la insistencia de su interrogación no nos deja mirar para otro lado y nos alcanza en una perspectiva que, como psicoanalistas, confesamos… Más inclinados a la a-temporalidad y al des-tiempo que los filósofos, sumergimos nuestra letra en esos sectores del juego inútil, de la creación, y los convidamos con las consecuencias…

Des-tiempo… así, en esa otra lectura, nos dice: que le des tiempo

Des- es un prefijo que entra en la formación de palabras denotando negación o inversión del significado del vocablo.

El NO es Ley que habilita a la existencia. La Ley, para el psicoanálisis, es la valla que nos permite mantenernos en un cauce, dentro de él, es decir, no des-bandarnos… no desertar, no hacer desierto del vivir…

Un tiempo que no es desierto si, anclado a nuestra vida, nos hace los actos de hacer otros actos, las voces del hilván a otras voces…

El destiempo, dice el diccionario, es un sobresalto, una alteración, un fuera de tiempo, un sin oportunidad…

¿Será que en esos des-tiempos están nuestros propios tiempos… los de la sabiduría? Darnos ese tiempo, tal vez, nos haga el tiempo… desencontrado del Otro… encontrado en nosotros…

A tiempo en el destiempo, fuera de las sombras, la caverna alberga siluetas desconocidas que guían nuestros pasos fuera de la rutina pero en el cauce de una ley interna que nos permite nacer en la sorpresa, en el sobresalto cada día. Utilizar la marcación del tiempo como señuelo para alcanzar el deseo y urdir las estrategias para no perdernos en el anonimato del consumismo, que leído al pie de la letra es: me consumí a mi mismo.

Por hacer serie, nos repetimos: no pecar con el alma, esto es: no dolor, no tristeza, sólo riesgo en la soberanía de una legalidad propia.

Los pasos por la libertad sólo son pasos de danza en la subversión del amor.

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