Contacto: Sede Belgrano. 11 de Septiembre 1071, Capital Federal. 011 4776 2797 | Sede Vicente López 011 152 459 0079

Unite a nuestro Facebook

© 2024

Opus

Departamento de cultura y eventos

Talum

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería Marcel Duchamp

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

El ego

Programa emitido en septiembre de 2003

Como inicio, como cero en esta cuenta que cuenta del yo…

ego (l.) 1 m. FIL. Ente individual. 2 FIL. En la persona humana, parte consciente.

ego. 1. m. fil. yo. Combinado con el artículo el, o el posesivo, yo equivale a ego, entendido como sujeto humano en cuanto persona. Ejemplo: el yo aparece en la conciencia infantil después del trato con otras personas.

Dice Jacques Lacan:

¿Qué es el ego? Aquello en lo que el sujeto está capturado, más allá del sentido de las palabras, es algo muy distinto: el lenguaje, cuyo papel es formador, fundamental en su historia.

Cuando Freud habla del ego, no se trata en absoluto de algo incisivo, determinante, imperativo que podríamos confundir con lo que la psicología académica denomina instancias superiores. Freud señala que debe tener una relación muy estrecha con la superficie del cuerpo. No se trata de la superficie sensible, sensorial, impresionada, sino de esa superficie en tanto está reflejada en una forma. No hay forma sin superficie; una forma se define por una superficie: por la diferencia en lo idéntico, es decir, por la superficie. La imagen de la forma del otro es asumida por el sujeto. Está situada en su interior, es gracias a esta superficie que, en la psicología humana, se introduce esa relación del adentro con el afuera por la cual el sujeto se sabe, se conoce como cuerpo.

Decidimos comenzar con estas dos citas para hacer relación entre el yo (el ego), la palabra y el cuerpo… Sí, Freud lo decía: el yo es corporal… Y, también, habla. Habla, a través de los gestos, de los síntomas orgánicos, de la expresión que, en su superficie, se manifiesta…

El hombre se aprehende como cuerpo, como forma vacía del cuerpo, en un movimiento de báscula, de intercambio con el otro. Asimismo, aprenderá a reconocer invertido en el otro todo lo que en él está entonces en estado de puro deseo, deseo originario, inconstituido y confuso, deseo que se expresa en el vagido del niño. Aprenderá, pues aún no lo ha aprendido, tan sólo cuando pongamos en juego la comunicación.

Esta anterioridad no es cronológica sino lógica, no hacemos más que deducirla. No por ello es menos fundamental; nos permite distinguir los planos de lo simbólico, lo imaginario y lo real, sin los cuales no podemos progresar en la experiencia analítica, salvo utilizando expresiones rayanas con la mística. Antes que el deseo aprenda a reconocerse- pronunciemos ahora la palabra- por el símbolo, sólo es visto en el otro.

En el origen, antes del lenguaje, el deseo sólo existe en el plano único de la relación imaginaria del estadio especular; existe proyectado, alienado en el otro. La tensión que provoca no tiene salida. Es decir que no tiene otra salida –Hegel lo enseña– que la destrucción del otro.

Dice Jacques Lacan:

En esta relación, el deseo del sujeto sólo puede confirmarse en una competencia, en una rivalidad absoluta con el otro por el objeto hacia el cual tiende. Cada vez que nos aproximamos, en un sujeto, a esta alienación primordial, se genera la agresividad más radical: el deseo de la desaparición del otro, en tanto el otro soporta el deseo del sujeto.

Así, entonces, el yo y el otro se besan en el espejo, se muerden en el espejo… Capturado queda, el deseo del sujeto, en esta relación. Preso de su origen y de su devenir… Entonces, cuando el sujeto dice 'yo'… dice algo de sí?

Dice el poeta:

Al espejo de La rosa profunda, 1975.

Jorge Luis Borges

¿Por qué persistes, incesante espejo?
¿Por qué duplicas, misterioso hermano,
el menor movimiento de mi mano?
¿Por qué en la sombra el súbito reflejo?
Eres el otro yo de que habla el griego
y acechas desde siempre. En la tersura
del agua incierta o del cristal que dura
me buscas y es inútil estar ciego.
El hecho de no verte y de saberte
te agrega horror, cosa de magia que osas
multiplicar la cifra de las cosas
que somos y que abarcan nuestra suerte.
Cuando esté muerto, copiarás a otro
y luego a otro, a otro, a otro…

O sometidos al tironeamiento de un amo obsceno y feroz, a una exigencia constante impuesta por el Otro, que mira censuradoramente el accionar cotidiano y obliga a gozar lo menos posible… O, por el otro lado, a las pulsiones y sus perentoriedades, que piden ser satisfechas, clamando todo el tiempo su sin objeto…. Ese yo de la pobreza, de la esclavitud, se mira, cual narciso en el espejo, y cree, fantasiosamente, que es… Si el 'yo' se viera reflejado en el espejo roto, entonces, tal vez, algún saber podría sostener el sujeto, y nombrarse 'ser'…

Volver

CONTACTO+SEDES | © Copyright 2000-2024 Fundación C.E.P. Todos los derechos reservados

Diseño + programación Oxlab