Contacto: Sede Belgrano. 11 de Septiembre 1071, Capital Federal. 011 4776 2797 | Sede Vicente López 011 152 459 0079

Unite a nuestro Facebook

© 2024

Opus

Departamento de cultura y eventos

Talum

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería Marcel Duchamp

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

A dónde vamos… con quién… cómo… que vamos a hacer

Programa emitido en febrero de 2003

Difícil tarea, la humana, esa de ir hacia algún lugar que no tenga, como final, el de la partida. Somos los únicos animales que tropezamos dos veces con la misma piedra, repetidores insistentes, que vamos… sin haber salido. Y que vamos con todos los que, desde dentro, disfrazados de ojos de abuela, sonrisa de padre, manos de madre… nos señalan el rumbo. Esos, collage de presencias… pre-esencias, esencias anteriores a nosotros y, a nosotros, destinadas… fantasmas, pequeños pedazos suturados de afectos.

Dice Lacan:

El pensamiento no es una categoría. Diría casi es un afecto. Me parece posible precisarlo, especialmente a partir del discurso psicoanalítico. En efecto, si se parte de dicho discurso, afecto sólo hay uno, a saber, el producto del apresamiento del ser que habla en un discurso, en la medida que dicho discurso lo determina como objeto… No sabemos nada de dicho objeto, sólo que es causa del deseo, es decir, que hablando con propiedad se manifiesta como falta de ser.

La falta de ser en un ser que habla. Desde el discurso psicoanalítico, un afecto que causa efectos. Efectos visibles… circulares… Tal vez, se trate, también hoy, de un poco de poesía…

El extranjero…

-¿A quién quieres más, hombre enigmático, dime, a tu padre, a tu madre,
a tu hermana o a tu hermano?
-Ni padre, ni madre, ni hermana, ni hermano tengo.
-¿A tus amigos?
-Empleáis una palabra cuyo sentido, hasta hoy, no he llegado a conocer.
-¿A tu patria?
-Ignoro en qué latitud está situada.
-¿A la belleza?
-Bien la querría, ya que es diosa e inmortal.
-¿Al oro?
-Lo aborrezco lo mismo que aborrecéis vosotros a Dios.
-Pues ¿a quién quieres, extraordinario extranjero?
-Quiero a las nubes…, a las nubes que pasan… por allá… ¡a las
nubes maravillosas!

(Texto de Charles Bodelaire)

Tal vez, se trate de un modo de hacerse extranjero de esas primeras marcas, de deslindar lo dado, lo enlodado, que nos embriaga con vahos de marcha por camino seguro -por conocido- y nos encharca en pantanos reiterados… Lacan lo dice así: “La vida es la del viator. Aquéllos que, en este bajo mundo -¡como dicen ellos!- están como en el extranjero.”
En lo individual, en lo social, siempre se trata, para ir, de una reunión…de una reunión de amor…

Dice Lacan:

Está claro que el amor es asimismo un hecho, así es llamada la relación compleja —es lo menos que puede decirse— entre un hombre y una mujer. Entonces, tal vez yo pueda retomar esto… ¿Es que la relación —con justa razón llamada compleja— entre un hombre y una mujer, vamos a ponerla simplemente en la cuenta de haber hecho juntos, lo que yo he llamado, lo remarco, no error (erreur) sino errancia (errance), viator —articulé— el viaje sobre esta tierra, la categoría, cósmicamente, que justo nos excluye del mundo?. ¿Es esto el amor: haber recorrido un tramo juntos?. ¿Advierten a dónde vamos? Nos ayudaremos mutuamente. Por el horizonte siempre asomaría esta promesa. Y, además, es cierto que hay verdad allí dentro, ¿no?. Cuando ese es un buen hombre y una buena mujer, como en otra época decían los existencialistas… Un buen hombre y una buena mujer que habrían recorrido un camino juntos. En el horizonte del amor estarían el abuelo y la abuela.

Hay esto en el inconsciente. Hay esto también. Sin embargo quisiera sugerir que quizá no sea todo. La cuestión que planteo: ¿por qué camino se ama a una mujer?… si planteo la pregunta… sin duda tengo la respuesta. Pero las hay muchas. Inclusive no hay pregunta que tenga más respuestas. Naturalmente, ustedes no conocen ninguna, porque se dejan llevar por la cosa, por el torbellino. Si uno tiene de entrada las respuestas, lo primero que se debe hacer es contarlas. Y hay una de ellas que encuentro muy buena. ¿Cómo ama un hombre a una mujer?. Por azar.

Entonces, un afecto que permita otro inicio de camino… otro, desconocido, azaroso, lejano… Un afecto que destituya lo que, otrora, fue nombrado como único… idealizado.
Un afecto desmadrado… vuelto sorpresa. Vuelto arrojo y consecuencias. Un camino incierto. No, por ello, poco enriquecedor. No, por ello, mezquino. Que apabulle de varillas de abanico desplegado el horizonte. Que abra puertas en murallas, que resplandezca de sonidos sin nombre, de abecedarios nuevamente conjugados, sin ninguna precariedad.
Un camino como el del viator, es decir, como el de aquel que puede mirar al cielo y amar las nubes…

Volver

CONTACTO+SEDES | © Copyright 2000-2024 Fundación C.E.P. Todos los derechos reservados

Diseño + programación Oxlab