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Alguien más se lo puede preguntar

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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Noche de fuego

Programa emitido en junio de 2003

Prometeo

Prometeo es hijo del titán Japeto, cuya raza fue sometida por Zeus. De su madre, algunos dicen que era Asia, hija del Océano, otros aseguran que nació de Clímene. Casado con Clímene, su hijo Deucalión repobló el mundo cuando Zeus envió un diluvio para castigar a los humanos. Poseía el don de la profesía, que compartía con las antiguas divinidades hijas de Gea, la Tierra, la adivina por excelencia.

Prometeo es el benefactor de la humanidad, y a menudo ayudaba a los hombres arriesgándose a provocar la ira de los dioses. En una ocasión, en Mecone se realizaba un sacrificio solemne. Prometeo preparó un buey, dividiéndolo en dos partes. Por un lado puso la carne y las entrañas, cubriéndolas con el vientre del animal. Por el otro puso los huesos, y los cubrió con la grasa.

Prometeo le dijo a Zeus que eligiera una de las partes, y que la otra correspondería a los humanos. Zeus vió más cuantiosa la parte con la grasa y la eligió. Al descubrir que sólo contenía huesos, y que la carne y las víceras serían destinadas a los hombres, sintió un profundo rencor hacia Prometeo y hacia los mortales, que habían salido favorecidos. Zeus castigó a la humanidad privándola del fuego, que hasta entonces él había enviado por medio de los rayos. Los mortales sufrieron entonces el frío de la noche y del invierno, y debían comer sus alimentos sin cocer.

Prometeo acudió en su auxilio por segunda vez. Robó las semillas del fuego de la Rueda del Sol, y las llevó a la Tierra ocultas en una caña. Cuando Zeus se enteró de lo que Prometeo había hecho, decidió enviar un castigo más severo. Envió a los mortales una imagen de una hermosa mujer, y Epimeteo, torpe hermano de Prometeo que vivía en la tierra, se enamoró de esta estatua, y rogó a Zeus que le diera vida. Zeus lo hizo, y los dioses vertieron sobre esta mujer muchas virtudes y regalos. Por eso fue llamada Pandora, la de los muchos dones. Pero Zeus la había hecho curiosa, y su regalo fue la de una caja que no debía abrir. Pandora no pudo resistir la tentación, y al abrir la caja descubrió que estaba llena de todos los males del mundo, que escaparon y poblaron la Tierra. Trató de cerrar la caja, y adentro quedó la Esperanza, que desde entonces vive con los mortales.

En cuanto a Prometeo, Zeus lo ató con cadenas de acero a un roca del Cáucaso, y envió un águila, hija de los monstruos Tifón y Equidna, para que le devorara el hígado, el cual se regeneraba constantemente. Zeus juró por la Estigia, la laguna de los muertos, que jamás desataría a Prometeo de la roca.

Pasaron los años, durante los cuales Prometeo resistió valerosamente el suplicio. Por fin, por esa región pasó Heracles (Hércules), quien mató al águila con una flecha y rompió las ataduras de Prometeo. Heracles era hijo de Zeus, quien complacido por esta proeza de su hijo, no protestó por la liberación. Sin embargo, para mantener su juramento, ordenó que Prometeo llevara por siempre un anillo forjado con sus cadenas, con un trozo de la roca a la que había sido atado. De este modo una atadura de acero lo seguiría uniendo a la roca. Así dice el mito… Prometeo Robó las semillas del fuego de la Rueda del Sol, y las llevó a la Tierra ocultas en una caña.

Podríamos pensar en cierta relación con la justicia… en cierta relación con los poderosos que quitan los bienes esenciales al resto de los hombres… Podríamos pensar, también, en la complicidad de los hombres para ser robados de aquello tan vital…

Y, sí, podríamos extender, también, el hilo de las palabras hasta tocar, con ellas, nuestro interior… Qué fuego nos es robado? Con cuánta complicidad de nuestra parte?

Tal vez, esta noche… sea momento propicio para pensar cuánto derecho tienen los padres-dioses de quitar aquello que han otorgado… Con qué derecho torcido se plantan frente a los hijos para decir yo te lo di, yo te lo quito… el fuego, la vida…

Tal vez, esta noche…

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