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Departamento de cultura y eventos

Galería de arte de la Fundación CEP

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Ejemplos

Programa emitido en enero de 2003

Ejemplos, modelos, reglas… palabras pasadas de moda, en estos tiempos. Ideales, arquetipos… otras, también, desusadas. Parece que todo aquello que apela al esfuerzo (arquetipo: modelo original y primario en un arte u otra cosa), al trabajo de producción, a la insistencia en una tarea, no tiene buena prensa en nuestra temporalidad.

Así, entonces, las cosas… Los hombres se tornan mediocres, sus pensamientos breves, sus ideas cortas y todos sus sustantivos se adjetivan en menos…

¿Dónde quedó lo sublime, lo ejemplar? Tal vez algo en nuestra historia de humanos, algo en nuestra manera de construirnos, nos lo explique. Y, para ello, esta manera de buscar, en las letras, esa historia…

El término ejemplo es derivado de eximere, sacar, extraer (y éste de emere, coger). Modelo deriva de modo (modus, en latín) que significa, propiamente, medida para medir algo, también, moderación, límite.

Y la palabra regla, del latín regula, quiere decir regla, barra de metal o madera. Por cadena asociativa podemos llegar al metro patrón. Y, de allí a padre.

No es muy difícil, traídos a este punto, hacer algunas observaciones… Desde el psicoanálisis, esa función del padre nos advierte sobre el modo de incluirnos en el mundo. Es él y su función lo que nos permite jugar un juego común. Diríamos, entendernos. Es él el que debe dar las reglas de ese juego… las leyes. Ustedes lo saben, el concepto Ley, para nosotros, psicoanalistas, es altamente valorado. Y es eje de descripciones de las conductas… Así, podemos decir que un neurótico tiene más Ley que un psicótico o que un perverso.

De este modo, la mirada sobre aquello que nos concierne, nuestro interior y nuestro entorno, hila fino en nuestra palabra para decirnos aquello que ya nos dijera Sigmund Freud, citando a Frazer:

No acertamos a ver por qué un instinto humano profundamente arraigado habría de necesitar ser reforzado por una ley. No hay ley para ordenar al hombre que coma y beba o para prohibirle introducir sus manos en el fuego. Los hombres comen, beben y mantienen sus manos lejos del fuego instintivamente, por temor a los castigos naturales y no legales que se atraerían conduciéndose en contra de su instinto. La ley no prohíbe sino aquello que los hombres serían capaces de realizar bajos el impulso de algunos de sus instintos. Lo que la Naturaleza misma prohíbe y castiga no tiene necesidad de ser prohibido y castigado por la ley. Asimismo podemos admitir sin vacilación que los crímenes prohibidos por una ley son crímenes que muchos hombres realizarían fácilmente por inclinación natural. Si las malas inclinaciones no existieran, no habría crímenes, y si no hubiera crímenes, no habría tampoco necesidad de prohibirlos. De este modo, resulta que en lugar de deducir de la prohibición legal del incesto la existencia de una aversión natural hacia el mismo, deberíamos más bien deducir la de un instinto natural que impulsara al incesto, admitiendo asimismo que si la ley reprueba este instinto, como tantos otros instintos naturales, es porque los hombres civilizados se han dado cuenta de que su satisfacción habría de ser perjudicial desde el punto de vista social.

Entonces, Ley para lo sublime…

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