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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Lo primordial

Programa emitido en julio de 2003

Lo único que impide a Dios mandar un segundo diluvio,
es que el primero fue inútil.

Dice Freud:

Determinadas hipótesis nos dicen que el aparato aspiró primeramente a mantenerse libre de estímulos en lo posible y adoptó con este fin, en su primera estructura, el esquema del aparato de reflexión que le permita derivar en el acto por caminos motores las excitaciones sensibles que hasta él llegaban. Pero las ineludibles condiciones de la vida vinieron a perturbar esta sencilla función, dando simultáneamente al aparato el impulso que provocó su ulterior desarrollo. Los primeros estímulos que a él llegaron fueron los correspondientes a las grandes necesidades físicas. La excitación provocada por la necesidad interna buscará una derivación en la motilidad, derivación que podremos calificar de «modificación interna» o de expresión de las emociones. El niño hambriento grita y patalea, pero esto no modifica en nada su situación, pues la excitación emanada de la necesidad no corresponde a una energía de efecto momentáneo, sino a una energía de efecto continuado. La situación continuará siendo la misma hasta que por un medio cualquiera -en el caso del niño, por un auxilio ajeno- se llega al conocimiento de la experiencia de satisfacción, que suprime la excitación interior. La aparición de cierta percepción (el alimento en este caso), cuya imagen mnémica queda asociada a partir de este momento con la huella mnémica de la excitación emanada de la necesidad, constituye un componente esencial de esta experiencia.

¿Qué le pasa a este niño? Tiene su primera experiencia de hambre. Mientras estaba en el vientre materno, esta necesidad era satisfecha inmediatamente o, tal vez, no había necesidad planteada porque estaba alimentado todo el tiempo. Luego del nacimiento, y de la consiguiente angustia del mismo, cambia su circulación y su respiración y es separado del cuerpo materno. Y, aunque él no lo registre aún, comienza a tener necesidades y con ellas deseos. Esas necesidades son planteadas desde su cuerpo con dolores de panza… él necesita algo que no sabe qué es, pero lo que sí sabe es que, de no obtenerlo, su existencia terminaría. El tiene hambre y teme morir. Entonces, llega el alimento, la madre le acerca el pecho del cual puede succionar y alimentarse… Y, conjuntamente, es estimulada, en ese momento, toda una zona, su boca, la que quedará erotizada por esa leche tibia. Es decir, puede saciar el hambre pero no puede saciar la pulsión erótica, sólo aplacarla. El alimento, entonces, comienza a despertar, un hambre que no es de comida…

Primeras experiencias, angustias, necesidades, deseos no satisfechos… Las primeras experiencias y el vacío, son una dupla que no puede evitarse.

La primera experiencia angustiosa, por lo menos de los seres humanos, es el nacimiento, el cual supone, objetivamente, la separación de la madre. Y puede ser comparado (ateniéndonos a la igualdad: niño = pene) a la castración de la madre. Sería muy satisfactorio poder concluir que la angustia se repetirá, como símbolo de una separación, en toda separación ulterior. Pero a esta valoración de la coincidencia indicada se opone, desgraciadamente, el hecho de que el nacimiento no es sentido subjetivamente como una separación de la madre, puesto que ésta es desconocida como objeto por el feto, totalmente narcisista.

El psicoanálisis plantea que somos pre-existidos por el lenguaje… ¿qué pasa, entonces, con nuestras primeras experiencias? El grito, el grito desesperado del niño que tiene hambre … Desde el origen, el grito está ahí para que se levante acta de él, incluso para que además haya que rendir cuentas a otro. No hay más que ver la necesidad esencial que tiene el niño de recibir esos gritos modelados y articulados llamados palabras, así como su interés por el propio sistema del lenguaje. El don tipo es precisamente el don de la palabra, porque en efecto el don es aquí, por así decirlo, igual en su principio. Desde el origen, el niño se nutre de palabras tanto como de pan, y muere por ellas. Como dice el Evangelio, el hombre no sólo muere por lo que entra en su boca, sino también por lo que de ella sale. (Jacques Lacan)

Dice Octavio Paz:

Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje.

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