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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Ver y mirar

Programa emitido en enero de 2003

Ver, del latín videre, con su derivado visión, que significa sentido de la vista, aparición, ensueño. Mirar, del latín mirari, admirar, asombrarse, extrañar, contemplar. Si tomamos al pie, tal nuestra costumbre, estos términos, ya se nos presenta una alusión clara a su diferencia.

La primera, connotando su relación con lo biológico y, hasta, quizás, con lo formal que puede hacerse en una descripción racional, toca otro costado despreciable… apariciones, ensoñaciones, razón obnubilada… La segunda, aludiendo a sensaciones, incluyen al sujeto, lo con-mueven en la experiencia, denotando que el mismo se halla involucrado con un tono personal… No todos admiramos las mismas cosas ni nos asombramos de los mismos sucesos.

Tal el decir de la lengua para caer en el decir psicoanalítico:

…por otra parte por los hilos de nuestra experiencia, el campo escópico, el estatuto ontológico se presenta por sus incidencias más artificiales, incluso más caducas. Pero no es entre lo invisible y lo visible que nosotros vamos a tener que pasar. La esquizia que nos interesa no es la distancia que resulta del hecho de que haya formas impuestas por el mundo hacia las cuales la intencionalidad de la experiencia fenomenológica nos dirige; de donde los límites que encontramos en la experiencia de lo visible. La mirada no se nos presenta más que bajo la forma de una extraña contingencia simbólica de lo que encontramos en el horizonte y como tope; a saber, la carencia constitutiva de la angustia de la castración.

El ojo y la mirada, tal es para nosotros la esquizia en la que se manifiesta la pulsión al nivel del campo escópico. En nuestra relación con las cosas, tal como es constituida por la vía de la visión y ordenada en las figuras de la representación, algo se transmite de piso en piso para estar siempre en ella en algún grado elidido -eso es lo que se llama la mirada.

La mirada como tal, entonces, en su función pulsátil, brillante y ostentosa nos liga con lo inconsciente y con el deseo, con ese no se qué que nos atrapa, que nos lleva de las narices, hemos dicho.

De este modo, veres la superficie de ese mundo en el que, cuando la mirada cae, nos asombra, nos extraña… Un señuelo nos llama desde el fondo y, desde allí, nos mira… nos provoca, nos ofrece los supuestos de la marcha…

Platón, su línea y su caverna. Su haz de luz iluminando el ojo en las vértebras de una filosofía perenne y soberbia. Estado del hambre humana, carga, dictamen de nada soberana. Frente al ojo, en la oscuridad de la caverna del mundo, las cadenas, esas que hacen al hombre prisionero de los mandatos, trocan realidades en sombras… fantasmas que habitan las paredes (anagrama de padres) de lo vincular.

La mirada, es necesario decirlo, nos dice más verdad que la visión, nos reúne con nosotros, en ese plano que intenta ser, siempre, desconocido. Nos presume, nos convida a un mundo peligroso, vuelto envés de la cordura, vuelto pérdida de lógica…

La mirada perdida… lo sabemos, es ese tiempo sin tiempo donde todo queda en exclusión, excepto nosotros y nuestras cosas… nuestros pensamientos más locos. Del mismo modo, la mirada nos captura desde las cosas, proponiendo engaños, alucinaciones… Y, dentro de todo ello, ese saber por el rabillo que nos dice del mundo que más nos toca, que más perfila nuestro deseo. Así elegimos, así nos impregnamos del mundo… sabiendo, desde el lugar menos racional, más ligado a la angustia y a la falta… de plenitud.

La mirada… puerta de entrada al horror de saber que, si desenfocamos, el mundo será otro… Provocador, entonces, este texto alude a …lo que enmascara la realidad de la mirada en tanto hay que descubrirla. Ya que es la función del objeto a que se llama la mirada… presente y velada, es nuestra existencia misma, de nosotros, espectadores… del mundo.

Pero, no sólo es la salvación, también, la trampa… porque encarna de un modo inmejorable esa presencia superyoica que nos entera de la existencia del Otro… cuando del Otro es censura que nos apremia, que nos ubica en ese lugar en menos respecto del mundo…

Entonces, en pos de perder lo tranquilizador de la visión, se advierte de la lucha de ser al mirar, de frente, nuestra constitución… Una mirada lanzada para ser perdida y generadora de los pasos y una mirada encontrada que nos vuelve pobres y sometidos… Batallas diurnas del campo escópico, del campo inmenso de los días…

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