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Homenaje a Piet Mondrian

Nació el 7 de marzo de 1872. En el mes de su nacimiento le rendimos homenaje.

Piet Mondrian

Dice Piet Mondrian:

dar forma a las matemáticas…

Dice J. Lacan

Las matemáticas en cambio, utilizan un lenguaje de puro significante, un metalenguaje por excelencia.

Así, luego de cierto diálogo autor de la introducción, algún trazo escrito del efecto de su arte… En algún momento me encontré frente al Museo de Arte Moderno, y escuché la voz de un hombre que detrás de mí explicaba: La entrada al museo es gratis hoy debido a la nieve. Entré, y seguí a un grupo de adolescentes, que me llevaron hasta una exposición antológica de Mondrian.

La exposición comenzaba con sus series de árboles. En el primer cuadro, dibujado en 1908 con témpera azul y negra sobre cartón, se reconocía con facilidad uno de esos árboles que se levantan solitarios en mitad de un campo de cultivo. En los últimos, de 1913, sólo aparecían un montón de trazos negros horizontales y verticales, con alguna mancha de color ocre y alguna curva aquí y allá. Quedé como petrificada en mitad de la sala. El proceso que reflejaban los cuadros que tenía ante mis ojos ilustraba con precisión el que yo llevaba meses intentando describir a mis alumnos. Estaba segura de que si pudiese llevarlos hasta allí lo entenderían inmediatamente. Saqué del bolso el cuaderno y los lapiceros y me puse a dibujar los cuadros. Ya que no podía llevar a mis alumnos hasta Mondrian, llevaría a Mondrian hasta mis alumnos.

Mientras dibujaba iba contándome a mí misma, y de paso a unos alumnos imaginarios, lo que estaba viendo: Mondrian busca hacer abstracción de todo lo que no es la estructura interna del árbol, ignorar las hojas, los colores, la estación del año… Nada de eso aparece descrito en los últimos lienzos, en los que sólo nos muestra el esqueleto de líneas que subyace a un árbol y que describe las relaciones de proporción entre las ramas y su dirección’. Con la certidumbre de saberme ante la solución a mi problema, seguí caminando por la exposición. Unas salas más adelante encontré la misma búsqueda del esqueleto en las series sobre fachadas y malecones.

Continué hablándome a mí misma: Siguiendo un proceso en esencia análogo al de los matemáticos en su búsqueda de estructuras, Mondrian sólo presta atención a lo que es permanente; quiere extraer lo que es general, universal, de entre lo que es particular. Entre la confusa multiplicidad de formas que el ojo percibe (en un árbol o una fachada de iglesia, por ejemplo), elige unas cuantas líneas como guía. Este proceso lo lleva gradualmente a la posición extrema de mantener como único contenido formal del cuadro una cuantas líneas verticales y horizontales. Deja detrás cualquier referencia que permita al observador identificar lo que ve con algo que conoce. Busca lo inmutable.

Pintura Piet Mondrian
Pintura Piet Mondrian
Pintura Piet Mondrian

Salí del museo y seguí caminando. Mondrian me serviría para ilustrar en qué consiste la búsqueda de las estructuras que caracterizan a los distintos objetos, pero, ¿cómo hacer ver que son necesarias? Por supuesto, una vez construidas basta con utilizarlas para darse cuenta de su utilidad, pero desarrollar algunas de las estructuras matemáticas que tenía in mente iba a requerir de muchas horas de trabajo por parte de mis alumnos, un trabajo difícil que les resultaría mucho más llevadero si tuviesen alguna idea, por intuitiva que fuese, de qué andaban construyendo.

Mientras daba vueltas en la cabeza a estas cuestiones miraba a mi alrededor. Tras varias horas de sol, la nieve había comenzado a derretirse, y entre las suaves superficies blancas empezaban a emerger, a veces con apariencia de andamios, a veces con aspecto de esqueletos, las esquinas de los edificios. Yo buscaba cómo explicar a mis alumnos la estructura que, formada por rectas, nos ayuda a identificar y estudiar ciertas curvas. De nuevo tenía ante mis ojos una ilustración del proceso. Lo paradójico de la situación me hizo sonreír: gracias a la nieve, la manera de explicarles cómo mirar la estructura que subyace a algunas curvas se me estaba ocurriendo en una ciudad cuyos edificios trazan una línea que combina casi exclusivamente segmentos rectilíneos. Volví a imaginarme ante mis alumnos: Si intentamos trepar por una, cúpula nos resbalamos. Necesitamos construir un andamio, peldaños en los que apoyar de manera segura los pies. Necesitamos de una estructura que nos sustente.

La búsqueda de estructuras con las que describir y estudiar objetos que en un primer momento nos aparecen como inmanejables es una de las actividades que caracteriza a la matemática el siglo XX. La construcción de estas estructuras requiere lo que llamamos un proceso de abstracción, entendiendo por abstracción distinguir entre lo que es particular (esta cabeza) y lo que es general (cabezas). Si llevamos esta definición a la pintura, serán cuadros abstractos los de Cézanne o Mondrian. Cézanne se encara con una montaña, por ejemplo, y aspira a representar aquello que nos hace reconocer la montaña como tal, independientemente de si la montaña está cubierta de árboles, piedras o nieve, o desnuda. Hace abstracción de lo concreto en la montaña que mira y dibuja la estructura externa, el volumen o contorno que nos permite reconocer el objeto universal montaña. La estrategia seguida por Mondrian para llevar a cabo el mismo proceso -la identificación de una estructura que permita prescindir de lo concreto en un objeto y quedarnos con lo que es inmutable en él, lo que caracteriza a todos los objetos de su misma naturaleza- es la opuesta. Toma un árbol, por ejemplo, e ignora todo en él salvo las líneas dibujadas por sus ramas, el esqueleto cuyas proporciones y direcciones nos permiten reconocer que estamos ante la estructura interna de un árbol. Cézanne dibuja volúmenes, andamios; Mondrian, esqueletos.

  • 1908-Molen (Mill) Mill in Sunlight
  • 1913-Composition Nº II: Line and Color
  • 1920-Composición A: Negro, Rojo, Amarillo y Azul
  • 1913-Composition Nº II: Line and Color
  • 1942-New York City
  • 1943-Broadway boogie woogie

Como en el caso de la pintura, el proceso de abstracción en matemáticas supone la construcción de estructuras asociadas a los objetos concretos, estructuras que nos permiten describir lo universal en estos objetos, eso que es característico no de cada uno de ellos en particular, sino de todos los objetos de su misma especie. Hay muchos tipos de estructuras matemáticas, y en un primer acercamiento, podríamos clasificarlas, como en el caso de la pintura, en dos grupos: externas e internas. Las estructuras externas son andamios que nos permiten percibir un objeto en toda su extensión, de manera que podamos compararlo con otros y decidir de un vistazo si son o no de la misma naturaleza. Las estructuras internas son los esqueletos que subyacen y caracterizan a los objetos, y nos permiten identificarlos y aritmetizarlos, es decir, medir en ellos…

Y así, llegamos a Mondrian o, deberíamos decir, partimos de él… Cuenta la historia que nació el 7 de marzo de 1872 en Amersfoort (Holanda), que fue el segundo hijo de cinco de la familia del maestro Pieter Cornelis Mondriaan y de su esposa Johanna Christian Kok, que en 1892 inició sus estudios de pintura en la Rijksakademie voor Beeldende Kunst en Amsterdan y que, luego, ingresó a la Gereformeerde Kerk

Lo que puede remarcarse es ese cambio que se produce, que él produce, en su pintura: hasta 1907 sus trabajos fueron paisajes serenos, en grises delicados y verdes oscuros. Pero, en el año 1908, influenciado por el pintor neerlandés Jan Toorop, experimenta con colores más brillantes; lo que fue el punto de partida de sus intentos por trascender la naturaleza. Así, ya partido, partió a París, donde el estilo cubista hizo de él un devoto. Al abandonar el seminaturalismo se internó en la abstracción y llegó, por fin, a su propio estilo, en el que sus finos trazos verticales y horizontales le dieron el marco a su matemática. En 1917, con el pintor Theo van Doesburg, fundó la revista De Stijl, en la que desarrolló el neoplasticismo: el arte no debía implicarse en la reproducción de imágenes de objetos reales, sino expresar únicamente lo absoluto y universal que se oculta tras la realidad. Al rechazar las cualidades sensoriales de textura, superficie y color, redujo su paleta a los colores primarios. Su creencia de que un lienzo, es decir una superficie plana, sólo debía contener elementos planos, implicaba la eliminación de toda línea curva y la admisión únicamente de líneas rectas y ángulos rectos. Esta aplicación de sus teorías le condujo a realizar obras como Composición en rojo, amarillo y azul (1921, Gemeentemuseum), en la que la pintura, compuesta sólo por unas cuantas líneas y algunos bloques de color bien equilibrados, crea un efecto monumental a pesar de la escasez de los medios, voluntariamente limitados, que emplea. En 1940 se trasladó a Nueva York. Su estilo ya había conseguido una mayor libertad y un ritmo más vivo. Dejó la severidad de las líneas en negro para yuxtaponer áreas de colores brillantes…

Mientras tanto, la historia nos cuenta otra historia que la subyace y, con una trama de rectas austeras, nos deja saber que la armonía no necesita de excesos, sólo de un estilo que haya atravesado ciertos caminos… quizás, sinuosos.

Mondrian y su estilo… Ese arte abstracto hasta sus últimas consecuencias que le da la posibilidad de exponer los principios básicos que subyacen a la apariencia. Su estilo, producto de un emprender esta carrera artística a pesar de la oposición familiar, que lo posicionó en su lugar… un lugar desde donde ver y mostrar lo que se oculta tras la realidad. Su estilo, atravesado por creencias esotéricas, especialmente, por la teosofía, que irá poco a poco apartándole de la fe calvinista y acercándolo a otra fe… el arte. De allí, el nombre de uno de sus ensayos teóricos: El arte y la vida. Pero, decíamos, Nueva York…

Su filosofía en esta etapa será la de reproducir los ritmos de la ciudad, tan evidentes, como las referencias a la música del jazz, que gustaba tanto a Mondrian y en la que se basó para establecer equivalencias entre ritmos y armonías. Pero las obras que representan estos motivos no pueden entenderse únicamente como reproducciones de la vida de la Metrópolis moderna, sino más bien como un intento por el artista de imponer su propia armonía sobre el caos, de imponer la serenidad sobre el dolor y el desengaño.

Así, esta ciudad será el catalizador del cambio que su pintura había comenzado a experimentar en la década anterior de forma sutil pero perceptible, y que se plasma en dos obras esenciales Broadway Boogie-Woogie y Victory Boogie-Woogie. Esta última quedaría inconclusa, pues una neumonía acabará con su vida a comienzos de 1944…

La gran retrospectiva póstuma que el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica el año siguiente subraya la gran influencia que Mondrian ejercería en todo el arte contemporáneo.

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