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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Lo que cansa

Programa emitido en octubre de 2002

Lo que cansa no es lo que causa. Lo que cansa nos alcanza en la premura de la búsqueda. Nos hace llegar prematuramente a donde nunca pasa nada, como ha dicho el poeta… Porque lo que cansa es ese peso extra de una trama de la que no podemos (o no queremos?) deshacernos. Lo que cansa es ese modo reiterado de caer en las trampas del destino…

Y, he aquí, palabras para pensar… repetición, destino… En qué lugar nos situamos al pronunciarlas? Sí, en el del cansancio, en el de los esclavos, en el de los niños… Atrapados en órdenes secretas, cumplimos con nuestras miserias.

Compulsión a repetir, decimos los psicoanalistas… Una tendencia humana que se las ingenia para hacernos creer que, al cambiar las escenas, las esencias cambian… Todos sabemos, podemos registrarlo, que hay ciertos modos del hacer que caben en la tan pronunciada frase: Siempre me pasa lo mismo. Y es eso lo que nos cansa, lo que nos goza… lo que nos quita la posibilidad de disfrutar y nos suma el martirio… Ah! la neurosis! Cómo ama, la neurosis, la mortificación! Y, como supimos decir, si todos somos neuróticos, cómo amamos la mortificación!

Entonces, es el destino humano padecer?

Tal vez debamos hacer un poco de historia para entender ese peso de la trama… Venimos al mundo, como arcilla maleable, y las primeras marcas nos definen… Las primeras palabras, los primeros ejemplos… Alguien nos dice ese es el mundo, de este modo te dará la satisfacción, así debes articular tus demandas, esa será la respuesta a tus necesidades… Todo esto, dado a través de las palabras…

Por eso, solemos decir… Las palabras nos enferman… pero, y he allí la manera de quitar cadenas y grilletes, también, decimos Las palabras nos curan

Porque si, al deshacer las palabras dadas, deshacemos su orden de cumplimiento, podremos armar con esos mismos fragmentos otra trama… otros modos… otro camino… Revolucionario, sí. Subversivo, decimos los psicoanalistas. Sub-versión, una versión más propia, más ética con nuestro ser…

Los juegos de la lengua pueden ser infinitos… por qué centrarnos, siempre, en el mismo? No es acaso, en la novedad, donde habita el goce?

Aquí va un ejemplo…

Un dulce lamentar de dos pastores… una trama de palabras que puede enmohecerse en su repetición… en ese lamento interminable, por siempre buscado y encontrado.

Pero, si hay el abuso de la letra al pie, si hay la libertad para el juego, si hay el desliz de un deseo otro… podríamos ahuecar el sentido dado y cruzarnos, en la sideración, con otro…

Un dulce lamen tarde dos pastores… donde el acento cambia, donde el lamento ya no es sustantivo, donde la inauguración de un verbo resuelve la pasividad en actividad… Donde podemos lamer la vida, en vez de lamentarnos…

Qué cansa, entonces? La comodidad de ir por un camino asegurado?

Lo que cansa… si podemos decirlo, es nuestra complicidad con lo humano.

Lacan ha dicho, en Las paradojas de la ética:

Lo que llamo ceder en su deseo se acompaña siempre en el destino del sujeto, lo observarán en cada caso, noten su dimensión, de alguna traición. O el sujeto traiciona su vía, se traiciona a sí mismo y el lo aprecia de este modo. O, más sencillamente, tolera que alguien con quien se consagró más o menos a algo haya traicionado su expectativa, no haya hecho respecto a él lo que entrañaba el pacto, el pacto cualquiera sea éste, fasto o nefasto, precario, a corto plazo, aún de revuelta, aún de fuga, poco importa.

Algo se juega alrededor de la traición cuando se la tolera, cuando, impulsado por la idea del bien, entiendo del bien de quien ha traicionado en ese momento, se cede al punto de reducir sus propias pretensiones y decirse: pues bien, ya que es así renunciemos a nuestra perspectiva, ninguno de los dos, pero sin duda tampoco yo, vale más, volvamos a entrar en la vía ordinaria. Ahí, pueden estar seguros de que se encuentra la estructura que se llama ceder en su deseo.

Lo que cansa… será tanta traición? En el juego de las palabras, al modo Lacaniano, nos damos cuenta de que todo está en ellas, ya dicho, oculto, a veces, pero está. Cansa es anagrama de sacan.

Será que cansa aquello que nos sacan? Si fuéramos personas más ingenuas creeríamos que alguien puede sacarnos algo… Pero vamos a recorrer el camino del sacar.

Para que puedan sacarnos, primero, deben tener eso, poder, el poder de adueñarse de lo de otro. Así decimos, esa mujer me sacó a mi marido, me sacó el dinero, me sacó el amor de mis amigos, etc, etc. ¿Quién nos saca? El otro, ese al que le hemos otor-gado el poder u otro-grado de posibilidades sobre nosotros.

Ese Otro, se escribe con mayúsculas, porque es el amo de las palabras, el amo de las cosas… o sea, el que amamos.

Y, como lo amamos, aceptamos su decir como verdadero. El nos dijo que podía todo, nos demostró que podía todo… En aquella época en que nosotros no podíamos nada, ese Otro nos mantuvo vivos. Por lo tanto, ese Otro puede todo, es el dueño de la vida.

Si él dio las pautas, si le puso nombre a nuestros alimentos, a nuestra ropa, a todo lo que nos rodeaba, nosotros somos un repetidor de ese Otro. Por supuesto, nadie debe pensar que somos tan soberbios y necios como para compararnos con él… No, sólo nos dedicamos a repetir una y otra vez aquello que nos fue dicho, sin cuestionarnos profundamente si es algo que tiene que ver con nuestro deseo. Si fue el deseo del Otro, ese es nuestro deseo.

Como la noria, nuestra vida en calesita, dando vueltas por los mismos lugares, una y otra vez. Repetición y el pecado del cansancio de vivir una vida que no tiene nada que ver con nosotros. Repetición, cansancio, muerte.

No nos pueden sacar lo que no nos pertenece. Las posesiones humanas no existen. ¿Cómo podemos perder a nuestro marido, o a nuestros amigos, si no son nuestros? ¿Cuándo creció el error? Ah! cuando nos dijeron que éramos de Otro. Si el Otro nos tiene a nosotros, nosotros tenemos a… Caramba! Si no existen las posesiones humanas, si no nos pueden sacar lo que nunca tuvimos, entonces, el mismo planteo es válido para nosotros: no somos la posesión de alguien, sólo somos y, con horror, somos solos.

Entonces, decíamos, aburridos, cansados, sin fuerzas… ¿Cómo rezaban los juegos infantiles?… el burrito del teniente lleva carga y no la siente. Bien, eso somos, burritos del teniente que nos quedamos sin fuerzas. Con la espalda doliente de tanto llevar, sobre nuestro pequeños hombros, desde nuestros primeros años, un peso extra, que no es nuestro.

Arrastramos un cansancio extremo pero, como en todos los extremos, es posible el mágico movimiento del salto… Para que cansa deje de ser anagrama de sacan… Para que no nos saquen, porque no pueden, porque podemos ser sin pertenecer.

Porque, a lo largo de los pocos años en que transcurre una vida humana, es posible dejar la ingenuidad en los bolsillos repletos de engaños de los engañadores. Es posible vaciar los nuestros y disfrutar del nuevo aire, a vacío y creatividad, que tiene una vida ética y estética. Una vida sin más pretensiones que ser vivida.

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