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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Noche con la inteligencia

Programa emitido en marzo de 2003

Dice Schopenhauer:

Los primeros cuarenta años de la vida nos dan el texto; los treinta siguientes, el comentario.

¿Por qué comenzar, para hablar del tema de hoy, con esta cita? Quizás, porque, de alguna manera, nos lleva a pensar en la vida como la revisión y lectura de un texto para ampliar, en versión corregida, mejorada y aumentada, nuestros días subsiguientes. Tal vez, ese es el mejor uso que podemos hacer de aquella tal virtud, la inteligencia. Ya que, al decir de Freud, la inteligencia es el único medio que poseemos para dominar nuestros instintos. Porque es porque nuestros instintos demandan satisfacción inmediata que, a veces, vive, el sujeto, en aquel estado infantil tan primitivo y elemental… como si fuera un débil mental.

Sólo un poco de leyenda, en este caso Celta, para dar cuenta de otra forma de lectura de la inteligencia, otro modo de no perderse en la arrogancia humana. Ya lo ha dicho Lacan, el hombre tiene pasión por la ignorancia… Toda lectura de la realidad se realiza con intervención de la razón, razón que argumenta para evitar la sideración, esto es, la sorpresa que nos agita hasta las vértebras.

El Dios pan-celta

Ogmios-Ogma-Oghma-Ogmé-Ogmia-Cermait-Grian-Ainech-Ocnioroco, Ogma, para abreviar, es un polifacético Dios que recibe todos los epítetos arriba mencionados. En la Irlanda pagana celta es denominado Ogma Grian-ainech que traducido sería algo así como el de la faz solar o cara de sol. Hijo de Elada, nombre que significa composición poética, y de El Dagdah. Sus hermanos fueron Brigit, Oengus Mac Og, Mider y Bodb El Rojo, entre otros. Tenía por compañera a Ethan, hija del Dios de la Medicina.

Diancecht, tuvo varios hijos, el más renombrado fue Cairdreo Cairpré que se convirtió en bardo (esto es, músico y poeta) de los Tuatha dé Dañan, posteriormente en el bardo universal de tribus galas y bretonas. Otro de sus hijos, Tuirenn, tuvo a su vez tres hijos, Brian, Iuchar e Iuchurba, los cuales asesinaron a Cian, hijo de Diancecht y padre del dios sol, Lugh, por lo que fueron castigados a pagar la mayor multa de sangre jamás impuesta.

Debieron conseguir los mayores tesoros del Mundo conocido. Considerado entre los celtas insulares como un Dios primordial, lazo entre los propios dioses y los humanos. Dios de la elocuencia y del aprendizaje, curiosamente una de las deidades preferidas por los druidas. Su espada, llamada Orna, podía hablar y recitar sus actos valerosos. También viaja junto a El Dagda y Lugh, para recuperar el arpa mágica del primero robada por los fomorianos.

Es también el inventor del alfabeto y escritura Ogham, lo cual ya le concede un atavismo primordial. En síntesis, deidad mágica por la escritura y por la palabra. En Oghma la palabra es encantamiento, nombrando una cosa, se contribuye a crearla. La simbología en su función con los Tuatha, está bien presente en Ogma. Se trata del dios de la palabra y la elocuencia; atributos que por sí sólos le hacían poseedor de todo lo demás, su inteligencia le otorgaba la máxima capacidad y habilidad, llevaba a los guerreros a la batalla, los enardecía en el combate.

Representa la fuerza de esa palabra, su principal y concluyente categoría y la cuidadosa conservación por los druidas, para quienes, como ya sabemos, el lenguaje encerraba una fuerza nutritiva inmejorable y de la cual eran entusiastas guardianes, pues consideraban que ese esoterismo era demasiado importante para darlo a conocer a cualquiera.

Luciano de Samosate, retórico griego del siglo II de nuestra Era, que le dedicó un tratado, dijo haberlo visto representado con los rasgos de un viejo de piel rugosa, y casi calvo, o mejor dicho tonsurado al estilo druídico… los cabellos que le quedaban eran todos canos.
Luciano lo asimila al Heracles heleno, pero la fuerza de este Hércules galo no era física sino que estaba en las cadenas de oro, su símbolo, que unían su lengua con las orejas de quienes le escuchaban. Se lo representaba como a un anciano y se le atribuía el don de la elocuencia, representado por cadenas que partían de su boca y arrastraban a sus oyentes. Hablar de inteligencia conlleva, entonces, a hablar de ‘consciente’ y éste a hablar de ‘inconsciente’…

Ya lo dice Le Bon: es preciso recordar, ante todo, la observación realizada por la psicología moderna de que no sólo en la vida orgánica, sino también en el funcionamiento de la inteligencia, desempeñan los fenómenos inconscientes un papel preponderante. La vida consciente del espíritu se nos muestra muy limitada al lado de la inconsciente. El analítico más sutil, el más penetrante observador, no llega nunca a descubrir sino una mínima parte de los móviles inconscientes que les guían. Y, también, en justa cadena asociativa, nos lleva a hablar del ‘yo’…

Dice Lacan:

Si se considera, a la manera de los conductistas, lo que en el animal humano, en el individuo en cuanto organismo, se propone objetivamente, salen a luz cierto número de propiedades, desplazamientos, determinadas maniobras y relaciones, y de la organización de estas conductas se infiere la mayor o menor amplitud de los rodeos de que es capaz el individuo para obtener cosas que por definición son planteadas como sus metas. Con ello nos hacemos una idea de la dimensión de sus relaciones con el mundo exterior, medimos el grado de su inteligencia, fijamos -en suma el nivel, el estiaje con el que evaluar el perfeccionamiento, o la areté de su especie. Pues bien, Freud nos aporta lo siguiente: las elaboraciones del sujeto en cuestión de ningún modo son situables sobre un eje donde, a medida que fueran más elevadas, se confundirían cada vez más con la inteligencia, la excelencia, la perfección del individuo.

Freud nos dice: el sujeto no es su inteligencia, no está sobre el mismo eje, es excéntrico. El sujeto como tal, funcionando en tanto que sujeto, es otra cosa y no un organismo que se adapta. Es otra cosa, y para quien sabe oírla, toda su conducta habla desde otra parte, no desde ese eje que podemos captar cuando lo consideramos como función en un individuo, es decir, con un cierto número de intereses concebidos sobre la areté individual. Por ahora nos atendremos a esta metáfora tópica: el sujeto está descentrado con respecto al individuo. Yo es otro quiere decir eso.

Así, entonces, apreciada virtud, se torna vana e inútil si no la disponemos para que trabaje en contra de sus orígenes racionales. Si no la obligamos a aprender otro idioma que, al descifrarlo, dará las palabras que faltan para hacer el resto del camino…

Porque hay que poner atención, debemos decirlo incluso a riesgo de ser contradictorios (ya que la atención, también, es voluntad y razón consciente), ya que, muchas veces es, en nombre de la inteligencia, que se dejan de comprender las grandes cosas…

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