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Departamento de cultura y eventos

Galería de arte de la Fundación CEP

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Día de la mujer

Programa emitido en marzo de 2003

Mujeres-manos de tejer el abrigo
Mujeres-boca de armar a besos un destino de paridad
Mujeres-ojos de mirar la realidad con el delirio producto de su vacío
Mujeres-cuerpo curvo de provocación de belleza
Mujeres-lucha de persecución de ideales
Mujeres-poesía de crearlo todo…

A ellas, las Flores de Tamarindo, como a sí mismas, se brindan, en sus copas de beber exilires mágicos, la nobleza de una estirpe que no cesa… que no cesará, nunca, de distraer a los hombres de sus ocupaciones para provocarlos a los sueños, a la confesión más exagerada de la vida… Entonces, a esas, a las mujeres del enigma freudiano… qué quiere una mujer?… nuestro perfume… Porque, como dijo Lacan… la femineidad se escurre y algo hay en ese sesgo.

Ser mujer…
piel de exploración,
miel de libación.
Ser mujer…
respuesta incompleta de lo que no se interroga en la razón,
madeja incómoda…
a des-ma-dejar.

Hoy, azul-y-no…

Soy una mujer distraída,
he olvidado cosas impensables
en lugares absurdos.
Olvidé una carcajada
en una película de Chaplin,
una caricia
en la piel de un hombre.
Olvidé una lágrima
en la tumba de mi abuela,
una mirada
en el Minotauro de Picasso.
Dejé tirada una pestaña
en el guiño a un desconocido.
Distraída, dejé un beso
en la mejilla de mi padre.
Un día de éstos, lo sé,
voy a olvidar mi nombre
al pie de un poema.

Hoy, franc(i)a…

hoy tiene milonga
y yo la miro
la adivino abrirse
perla de pulpa culpable
ostra serena
quién sólo fue después
viviendo
igual a mí misma
Yo
inconfesable incontinua
caigo
flor durmiente
paso
acamalada al viento
la callada
taconeo
la mistonga
del estruendo
bajo
la navaja miedo
por tu boca
labio diente lengua
de saliva
borbotón de beso
si parecía que la tarde lloraba de tan limpia