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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

La misión, en la propia vida

Programa emitido en octubre de 2002

Prefacio introductorio: En tiempo de hacer lo propio

Virtud doblegada, necesitada de tijeritas… para liberar deseos, para aumentar los riesgos de hacer el tiempo para lo propio.

Estar en el propio tiempo, pararse dentro de él y, desde allí, accionar.
Estar en la propia causa… que causa más causas, más consecuencias…
Estar en el tiempo determinado y determinante del deseo, ese tiempo que sabe que se trata de no rendirse ante los otros, de no transar… Transar, hacer concesiones… Conceder…

El tiempo propio, el de la acción, es un tiempo que no hace concesiones con los calendarios públicos. Es un tiempo con otras características, más privadas, más éticas, incluso, más ilimitadas…

Es un tiempo que va a tiempo con el des-tiempo

Misión, reza el diccionario: Acción de enviar. Poder que se da a un enviado para que haga alguna cosa. Deber moral que a cada hombre le impone su condición. Misión, en una posible lectura al pie de la letra, sería: mi si, mi no. Propia es anagrama de priapo, Príapo era un Dios, cuya figura tallada en piedra, se encontraba por ejemplo en Pompeya, Italia, en el templo. Se trataba de una figura con un enorme pene, esa figura era utilizada por las jóvenes para abandonar la virginidad. Finalmente, vida es anagrama de diva.

Traducida, la frase del día, jugando con las lecturas que nos sorprenden desde las letras, mi si, mi no, en el ser diva imponente, poderosa y sagrada, depositaria de la iniciación del goce de la carne.

Si pensamos en una posible articulación de las dos lecturas, léase diccionario y al pie de la letra, se trata del deber, yo diría ético, no moral. Al hablar de moral, el atractivo son las reglas que -dice el diccionario- deben seguirse para hacer el bien y evitar el mal, sometimiento a reglas ya instauradas. El hablar de ética, incluye la moral, las obligaciones del hombre, con la libertad de reflexionar sobre ellas. La ética es más abarcativa.

Decir, entonces, misión como deber moral que a cada hombre le impone su condición, puede funcionar como trampa mortal, ya que decir su condición, nos remite a la aceptación pasiva de una vida tal como se desarrolla. Sólo si a esa obligación moral le sumamos los si y los no de cada uno y la intención de convertirse en diva imponente, poderosa y sagrada de lo propio, como así también no restamos el goce de ese cuerpo, cuerpo no mutilado por ajenidades ni exterminios de dolor, esa misión puede ser una elección.

Se trata entonces de apropiarnos de lo propio, no desechar la carne, tener poder de decisión en lo que nos atañe, no regalar nada a la satisfacción del Otro, con mayúscula.

Ser impiadoso es ser ético, para trampear con el deseo lo menos posible, dado que el deseo es siempre deseo ajeno.

La misión, en principio, es lo que se nos ha impuesto, es ajena, se requiere un arduo trabajo interno para desenmascarar lo suceso y jugar a la acción. Toda misión ajena al deseo propio es sólo una forma de mandato encubierto…algo así como: "serás lo que debas ser y sino serás abogado… aquello que el mandato imponga". Ironía de lo familiar y lo social.

La subversión de la misión, es el destiempo de lo propio que no se somete a tiempos ajenos.

Para no hacer desierto de vida y fertilizarla con la valentía de aprender a decir no, a decir si, a decir basta… el trato es con el abrazo, que sólo registra la acción de aquello que sofoca el grito.

La misión, leída desde la palabra, es los propios si y los propios no, es no ser masa para la pasta del consumismo -ese que me ordena consumirme a mí mismo-.

Esa misión apropiada (dos posibles lecturas, apropiada por adjudicada y apropiada por adecuada, pertinente), decíamos que esa misión apropiada, es la propia voz, la palabra, la magia del propio olor… la poesía del despertar de lo deseado en el estómago social, sin ser evacuado por el intestino de la masa.

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