Contacto: Sede Belgrano. 11 de Septiembre 1071, Capital Federal. 011 4776 2797 | Sede Vicente López 011 152 459 0079

Unite a nuestro Facebook

© 2024

Opus

Departamento de cultura y eventos

Talum

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería Marcel Duchamp

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Aceptarse a uno mismo y aceptar a los demás tal como son

Programa emitido en noviembre de 2002

Uno y los demás… Historias distintas, modos distintos, cristales con que se mira distintos…

A veces no es dable la aceptación de lo distinto… de lo distinto del ideal, de lo distinto de lo que se espera. Esa diferencia, construida, en el aparato psíquico, por la internalización de la imagen de los padres… esos que dicen cómo se debe ser y cómo no se debe ser… (Así lo dice Freud: Pero el superyó no es simplemente un residuo de las primeras elecciones de objeto del Ello, sino también una enérgica formación reactiva contra las mismas. Su relación con el yo no se limita a la advertencia: Así -como el padre- debes ser, sino que comprende también la prohibición: Así -como el padre- no debes ser: no debes hacer todo lo que él hace, pues hay algo que le está exclusivamente reservado…. Y nos aclara: … es el ideal del yo o superyó, representación de la relación del sujeto con sus progenitores. Cuando niños hemos conocido, admirado y temido a tales seres elevados, y luego los hemos acogido en nosotros mismos.) Decíamos, esa diferencia entre ese ideal y lo que somos, parece, es bastante difícil de aceptar… y, a partir de allí, de disfrutar… Ese lugar del aparato psíquico donde quedan estas huellas de los modelos tiene, entre otras, la característica de exigir que se goce lo menos posible. Por lo tanto, teniendo, entonces, que convivir con un cruel y obsceno dictador, a veces, la vida, se hace difícil… y ni qué hablar cuando a éste se le suman otros sujetos!… También con sus ideales y sus realidades… y con la tensión que se establece por esa diferencia, nunca conciliable.

Irreconciliables diferencias, eso que nos sumerge en el universo de azules y violetas, eso que nos lleva en lento y agazapado tironeo al centro del huracán del alma.

Caminar, aquietadas las sombras desde el orificio de aquellos ojos, los que hundieron sus dedos de retina entre las piernas de un miedo triangular, caótico. Omnipotente pero impotente de aire entre las axilas de un acontecer presente y vulnerable, comodín de locura que los dedos del silencio, que maniobran las teclas del último piano, ese perdido en la infancia del milagro, ese jalonado de desconcierto y fortuita magnitud.

Notas encontradas en el pentagrama ancestral.

Eso somos, desde allí, ese rasgo distintivo que nos avergüenza sin decantar lo valioso, esa marca en el orillo de un amor que no hace dolor en las arterias, que no descifra el miedo y alegra la dimensión de un amanecer en auténtico encuentro de cuerpos jugados al alma. Acepto y me aceptan, desde el más simple desvarío al más mortal de los pecados cometidos, por mis huesos humanos. Me encuentro y encuentro otro que no me arroja a las cenizas, otro que me nombra.

Eso somos, sujetos tironeados entre lo que debemos ser y lo que somos, entre la realidad y nuestro interior. Y, así, tironeados y no pudiendo cumplir con nuestros ideales le exigimos al otro que lo haga. Que él o ella sea ese ideal que yo no soy. Que pueda lo que o no puedo

¿De qué modo poder, entonces, aceptar? Aceptar… ¿qué? Que somos humanos… Volvemos a recordar al poeta… pobres huesos presumidos…

Eso somos.

Presumimos de ser eso que deseamos y, cuando se nos ve la hilacha de nuestra real constitución, desesperamos… Tan ocupados, a veces, nos hallamos en los menesteres de esconderla que no nos queda espacio para mirar al otro… y, mucho menos, para, con un modo distendido, hacer con él o con ella ese tiempo donde ser de a dos en las riquezas…

En realidad, parece que no podemos dejar de ser niñitos con grandes aspiraciones… y, subsumidos en este mundo imaginario, nos perdemos la realidad…

Lacan nos recuerda siempre que:

En la carga amorosa el objeto amado equivale, estrictamente, debido a la captación del sujeto que opera, al ideal del yo. Por esta razón existe en la sugestión, en la hipnosis, esa función económica tan importante que es el estado de dependencia, verdadera perversión de la realidad por fascinación ante el objeto amado y su sobreestimación.

Entonces, para aceptar, quizás, no debamos olvidar que, según esta perspectiva de amor infantil…Aquel que es el Ideal del yo, también es aquel al que, según la fórmula hegeliana de coexistencia, debemos matar. (Lacan) … Porque el otro, es, también, aquel que nos priva…

Ah! si la sabiduría nos llegara… tal vez, llegaríamos a aceptarnos…

Dice el poeta

He llamado al viento,
le confié mi deseo de ser.
Pero un pájaro muerto
Vuela hacia la desesperanza
en medio de la música
cuando brujas y flores
cortan la mano de la bruma.
No es la soledad con alas
es el silencio de la prisionera,
es la mudez de pájaros y viento
es el mundo enojado con mi risa
o los guardianes del infierno
rompiendo mis cartas.
He llamado, he llamado.
He llamado hacia nunca

A. Pizarnik

Volver

CONTACTO+SEDES | © Copyright 2000-2024 Fundación C.E.P. Todos los derechos reservados

Diseño + programación Oxlab