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Alguien más se lo puede preguntar

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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Poder recuperarse…

Programa emitido en abril de 2003

Hay una frase, conocida por todos, que expresa el peligro de reducir el esfuerzo durante la realización de una empresa que exige todas las energías disponibles: El que se duerme se muere.

Napoleón, durante la retirada de Rusia en 1812, debiendo retroceder inmerso en un invierno que se anticipó con furiosas tormentas de nieve, con víveres y pertrechos prácticamente agotados, sufre complicaciones… se trata de una retirada compleja.
El general arengó a sus tropas enérgicamente diciendo: El que se detiene se sienta, el que se sienta se acuesta, el que se acuesta se duerme, el que se duerme se muere.

Hay una canción, cuyo autor es Paul Anka, que dice algo así:

Por lo que es un hombre, por lo que él tiene
si no lo obtiene él, entonces no tiene nada.
Para decir las cosas que él realmente siente
y no las palabras de uno que se arrodilla
queda registrado que yo tomé el aire suficiente
y lo hice a mi manera.
Sí, fue a mi manera…

Podemos abordar, así, el recuperarse, por distintos sesgos. A veces, la vida parece estar compuesta de cosas que resultan adversas, o sea, de cosas que, por definición, son como enemigos a los que hay que darles pelea. De estas cuestiones cotidianas tenemos la posibilidad de defendernos o, melancólicamente, caer en ellas y coquetear con el dolor de la supuesta pérdida. Como ejemplo, una herida narcisista… el haber perdido un vínculo importante. Podemos lamentarnos, enojarnos, detenernos a esperar que algo cambie o que el amor vuelva, sin siquiera pensar qué tenemos que ver nosotros con lo sucedido.

Otro ejemplo, el fallecimiento de algún ser querido. Frente al cual tenemos que aceptar que el otro decidió, sin nuestro permiso, morir (también, a pesar nuestro…) y continuar nuestra vida con el dolor de la ausencia y el valor de vivir.

Estas son algunas de las diferentes posibilidades y el consiguiente trabajo de elaboración para ir más allá de nosotros y de nuestras dificultades… Trabajo-tarea analítica que nos convoca a hacernos responsables de nuestra vida y de sus hechos. Pero es un tema oblicuo el que, hoy, nos provoca a escribir… y es el de una ganancia disfrazada de pérdida.

Dice Lacan, en el Seminario 10, el goce coincide con la detumescenciaLa detumescencia no está más que para recordar el límite del principio del placer. La detumescencia en el acto genital, por ser la característica del órgano peniano, en la medida en lo que ella soporta de goce, es puesta en suspenso, está ahí para introducir legítimamente o no (cuando digo legítimamente quiero decir como algo real, o como una dimensión supuesta), para introducir que hay un goce más allá, que el principio del placer funciona como límite al borde de una dimensión de goce en tanto que es sugerida por la conjunción llamada acto sexual.

En épocas de viagra, donde el hombre está propuesto como un fetiche que debe ser potente (todo el tiempo), viril y exitoso, tener músculos como Trazan y, si es posible, más inteligente que Chita… el pobre león incansable en cama variada debe cargar, sobre sus espaldas, con el reproche femenino y su mal carácter y, también, con la creencia de que Príapo debe haber sido favorecido por los dioses con una tumescencia eterna. Ese hombre pequeñito, de cualquier edad, decimos, se pierde el goce.

Las nuevas drogas, el marketing, la propaganda, facilitan la neurosis y la represión sexual. El hombre-tótem nada sabe ni debe saber del goce.

Recuperarse, esperar el tiempo sexual para que el cuerpo vuelva a sentir ese llamado inconfundible, esa necesidad de piel ajena. Recuperarse, después de haber gozado, es recuperarse de la vida (de cara a la muerte) para la vida, para sí. Recuperarse no es erección constante, no es negación, no es ser el más poderoso… es ser, simplemente, un mortal.

PRÍAPO, el mito… Es el dios de la fecundidad. Se asemejaba a Pan y algunos dicen que fue hijo de Dioniso y de la ninfa Quione, o de Afrodita y Dioniso, o incluso de Hermes o Zeus. Creció en Lámpsaco, ciudad que según se cree fue fundada por él. Es dios de la fecundidad, no sólo en el reino animal sino también en el reino vegetal y además es el dios del amor carnal. Con su enorme falo, que representa la fuerza genésica de la naturaleza, impone hasta cierto punto sus deseos a cuanto controla y protege. Por otro lado, el pene erecto simboliza la facultad creadora y dadora de vida que incumbe al órgano masculino.)

Recuperarse, recobrar. Re-cobrar, volver a cobrar. Llama la atención su ubicación dentro de un orden llamado, arbitrariamente, alfabético… Entre cobre y coca. ¿Será que esa es la duda? ¿Cobrarse, de la vida, la ganancia por el esfuerzo invertido en vivirla con belleza o pagar, con ella, con la vida, su mal uso, por defectos no saneados?

Recuperarse… poder hacerlo. Poder tener los cobres necesarios para invertir en más, para apostar mejor. Interesante relación, apuesta… en lazo con el arriesgarse y con la belleza.

Freud nos recuerda… Una máxima excéntrica en apariencia, pero sabia en el fondo, dice: Si quieres llegar a rico, vende tu última camisa. Y, tal vez, las excentricidades, son las únicas maniobras para salir adelante en un mundo mediocre.

Correr esos riesgos, los del héroe, son la trama de ese gesto que puede torcer destinos. En muchos casos, la compulsión a la repetición, sumerge en dolores inconmensurables que abandonan al ser en los desiertos, que lo ponen de cara al suelo, que lo desvalijan. Es, entonces, el momento de dejar de ser pérdida, de decidir un movimiento propio.

Porque, cuando se han confiado las espaldas a aquellos que no han tenido más que puñales para grabar su marca… hay que barajar y dar de nuevo.

Así es como el azar demuestra, otra vez, que no hay más que una sola carta, la del propio deseo jugado en el esfuerzo de cambiar los vientos… o, por mejor decir, de ir contra ellos.

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