Contacto: Sede Belgrano. 11 de Septiembre 1071, Capital Federal. 011 4776 2797 | Sede Vicente López 011 152 459 0079

Unite a nuestro Facebook

© 2024

Opus

Departamento de cultura y eventos

Talum

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería Marcel Duchamp

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Los dichos populares

Programa emitido en octubre de 2002

Todas la cosas ya fueron dichas,
pero como nadie escucha es preciso comenzar de nuevo.

Andre Gide

Los dichos populares, frases desde siempre repetidas. Palabras que nos preceden y que nos pesan. También, por suponerlas devenidas de los sabios de otros tiempos, nos esclavizan al tiempo que nos señalan caminos. Palabras decidoras de la condición humana, de lo que somos y de lo que debemos ser. Palabras, presa de la disonancia que acompasa, pasado de los tiempos exquisitos de lo naufragado, fragancia del devenir, dicen de la única función de la ausencia… la muerte, que aguarda como refugio de la cobardía.

Palabras, susurros que acompañan la osadía. No es posible para el nacido de madre, perder el control de lo no-dicho, de lo no sabido, de lo no vivido. Sabiondos y suicidas de lo por-venir, los pobres huesos mortales acomodan sus esquirlas en el seguro refugio de las frases hechas, recetas para cocinar la pobre vida presumida del hombrecito que transa con la media.

Sumatoria de entorno producido, modelo de cárcel modernosa y terca, alucinada libertad en angosta pasarela de cadencia letárgica. Dichos populares posicionados, también, en el lugar de frases célebres.

Frases célebres celebrando el malentendido y el instinto de muerte que susurra su dejadez sin el sagrado vino del poema y lo creativo. Palabras que, para nosotros psicoanalistas, nos hacen la tentación de escucharlas de nuevo. Para saber qué esconden, qué muestran. Y, en este caso, interrogarlas… sin perder de vista que, para cada quien, hilvanan una consecuencia distinta.

Nosotros psicoanalistas siempre hurgando en el tacho, nutriendo las venas del decir pronto y acorralado de los hombres con aquello que sorprende al ingenuo y corteja a la dama que resiste. Así como para cada pueblo hay un modismo, para cada familia, para cada individuo hay un dicho. Un dicho rector, inolvidable (no necesariamente pronunciado, excepto por los actos).

Y qué rigen esos dichos? Tal vez la explicación de alguna circunstancia, la resolución de un enigma, la tranquilidad de una incertidumbre… Pero por sobre todas las cosas, instalan una verdad. Como axiomas, es decir, como proposiciones tan claras y evidentes que no necesitan demostración, se plantan en el inicio de nuestro camino y desde allí, marcan a fuego el acento de nuestras vidas… Para salvarlas, para guiarlas o para hundirlas…

En estos días, un grupo humano se instaló en el sin sentido de la valentía y, reunidos en torno al fuego clandestino que Prometeo robó para los hombres, haciendo zigzag de música sagrada, rasgando hasta la savia del miedo, sangrando por los oídos del silencio… se atrevió a todo y pronunció palabras nuevas.

Hay otros dichos que compiten con los refranes, son frases de sabios, poetas, hombres comunes… frases que danzan en la piel de las vivencias y las ordenan, otorgándoles ese brillo perdido. En ese encuentro antes mencionado la frase rectora surgió de la filosofía:

Vivir es nacer a cada instante, lo malo es que muchos mueren sin haber nacido todavía

Todos, si nos prestamos un poco de atención, podemos encontrar cuál es el dicho que, en nuestras casas, circulaba con más fervor, intentando ordenar todas las cosas…

El tan mentado amor a lo propio, en principio, está ausente en todos los seres humanos, para desarrollarlo hay que luchar profundamente con lo destructivo. Nos habita el instinto de vida y el instinto de muerte. Nos enferma y nos mata el instinto de muerte. Colaboran, en la tarea destructiva, los dos pecados capitales del alma que tanto hemos mencionado aquí, la tristeza y el dolor. El instinto de muerte finalmente vence, es poderoso. Ya lo ha dicho el maestro, Sigmund Freud, se muere por razones internas, esto significa que nos matan las propias pesadillas.

En esa ya nombrada reunión terapéutica, decíamos que era como si uno estuviera en un vínculo de amor con uno mismo. Hay, en todo vínculo, capacidad o discapacidad para manejarlo adecuadamente. Se trata de frases hechas internas, profundas, mandatos a modificar para cambiar el curso de la propia historia.

Cambiar una frase hecha, tiene el mismo efecto que, como en la película Volver al futuro, cambiar un hecho del pasado, si se cambia un hecho -frase hecha- se cambia el resultado final. La vida es nacer a cada instante, esto significa movimiento constante, nada hecho, todo por hacer. Algunos pensamientos, reflexiones de quienes se han atrevido a ser atrevidos, pueden sumarse al deseo no de renacer, ya que doble afirmación es negación, sino de nacer en cada frase.

Del manojo que se ha recogido para esta noche (Al que madruga Dios lo ayuda, No por mucho madrugar se amanece más temprano, El que espera desespera, Donde comen dos comen tres, La casa es chica pero el corazón es grande, A la mujer y a la cabra soga larga, La suerte de la fea la linda la desea, Al pan pan y al vino vino, El buey solo bien se lame, No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy, Dime de qué alardeas y te diré de qué careces, Más vale pájaro en mano que cien volando, El que quiere celeste que le cueste, El que mucho abarca poco aprieta, El que desprecia compra, Fracasar no es morir sino volver a empezar, A Dios rogando y con el mazo dando, Serás lo que debas ser o no serás nada…) se desprende ese perfume común que las envuelve, que nos invade… Son sentencias… que, si cumplidas, somos los que debemos ser y si desobedecidas, son los que nos señala que no pertenecemos…

Imaginemos… Es cierto el trabajo es la ley que da los frutos pero 'el que quiere celeste, que le cueste' no da la medida del trabajo ni pone la valla al sacrificio. Cuánto queda no dicho en el dicho? Cuánto inclinado hacia el buen consejo, cuánto hacia el despotismo?

O aquel otro…

No por mucho madrugar se amanece más temprano (que parece oponerse a Al que madruga Dios lo ayuda). Se tratará de tildar al apuro de inconveniencia o de letargo al movimiento? Y sí, deberemos, a todas las verdades, hacerles unas cuántas preguntas… a todos los dichos, unos cuantos tajos, hasta que sangren el jugo que sea el alimento que cada uno necesite…

Volver

CONTACTO+SEDES | © Copyright 2000-2024 Fundación C.E.P. Todos los derechos reservados

Diseño + programación Oxlab