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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Poder enamorarse, amar…

Programa emitido en abril de 2003

Dice Jacques Lacan

Porque, o uno o lo otro:
o el amor es lo que Freud describe,
función imaginaria en su fundamento,
o bien es el fundamento y la base del mundo.

Fundamento y base del mundo… del mundo interno de cada uno de nosotros…

Dice J. Lacan:

Desde el origen, es por el sólo hecho de que se trata del significante que hay esos dos horizontes de la demanda, porque detrás aún de la demanda más primitiva, la del seno y el objeto que representa, está este desdoblamiento creado en la demanda, puesto que la demanda es demanda de amor y es absoluta y simboliza al otro como tal distinguiéndolo como objeto real capaz de dar satisfacción, del otro en tanto que objeto simbólico que da o rechaza, lo que se llama presencia o ausencia y que es la matriz en que van a cristalizarse esas relaciones obscuras que están en el horizonte de toda demanda y que se llamaron el amor, el odio y la ignorancia

Matriz de demanda y de respuesta… una madre. Y si, como decía Baudelaire, el amor es la necesidad de salir de uno mismo, es, también, la necesidad de salir de ella. Salir de madre, desmadrarse… perder esa marca única y ceñida que dice que hay un solo modo de amar, una sola manera de dar y de recibir. Hermann Hesse, decía, en Demian, la mayoría ama para perderse… Lo que no es lo mismo, amar para perderla

Tal vez, debamos enfatizar este giro discursivo… perderla permitirá hallar otras, distintas, nuevas… Y ese será el secreto… la novedad, la ganancia en la apertura, la no pérdida del ser. Poder amar, en todo caso, será poder a-r-mar una nueva marca, muchas nuevas marcas que nombren un mundo más amplio.

Alguien supo decir, en estos días, que, cuando los amantes saben, no claudican… Entonces, advertidos de que la ignorancia puede hacer el abandono… y, el abandono, el dramatismo de la soledad… volvemos sobre ciertos pasos para descubrir otras sendas… Desde el origen, es por el sólo hecho de que se trata del significante que hay esos dos horizontes de la demanda…

Se trata del significante, de ese que no tiene un significado soldado a su sonido y que, por ello, puede permitirnos la excentricidad de dejar de ser soldados de un ejército que obedece y no cuestiona, es decir, que no interroga.

Así, pronunciado de otro modo, puntuado de otra manera, vislumbramos otros significados… En-amor-arse… En-amo-cerrar… En-mora-será… Y, para que los amos no nos encierren ni nos demoren, la letra nos baña con sales de potencia… de pote-ansiado… de continente nuevo…

Amor: Quiero tu idioma incomprensible, tus gestos. Deseo tu tono de voz en mis costillas, tus manos en mi vientre. Y tu modo de andar por las cornisas. Quiero tu risa sobre mis ojos, sobre la alfombra del vacío. Deseo tu piel, húmeda y con marcas, a orillas de los ríos. Y tu cuerpo apabullando vértices y aristas. Quiero más del olvido para que me guíes hacia el cuerpo blanco.
Macarena

Dice J. Ponté:

Alguien escribió que la última mujer quedó bajo los escombros, sepultada en el centro del océano. Esa mujer cada noche cubría la despiadada desnudez de su cuerpo con seda negra, ceñida hasta los tobillos, como las formas de una sirena. Largas noches, iluminadas cascadas de cristales, imperio silenciado por la música de jazz.

También un hombre, hermoso hasta lo extremo de las formas masculinas, esbelto y armonioso, vestido de jaquet negro. El hombre espera a la mujer cada noche, mira el mar desde la cubierta, bebe champagne, espera, sólo espera para inventar un nuevo amor, así, cada noche, ella llega, la luz de una espléndida luna es el marco adecuado para esos encuentros. Mira a la mujer, la descubre, así, cada noche.

En la escena de los amantes, los cuerpos están húmedos hasta lo insoportable. Arquetipo de profanación, esa mujer se deja mirar, no huye. Ellos no huyen, se sumergen en el exilio.

Ellos saben que los últimos amantes se desvanecen en una antigüedad que aún no existe. Es una antigüedad por-venir. Son exquisitos, fuera de moda en su devastación de signos… ampulosamente amantes… ampulosamente hombre y mujer. Son el futuro de todo movimiento. Son la eternidad.

El amor, tormento que atormenta, raíces de preludio en el sin sentido, ese misterio, ese olor a tierra bendita, a terrazas de marfil en el oriente de sucesos y música del alma. El amor encarnado en un lecho de rosas amotinadas de deseo. Cama de pleno empleo… Así nombra Lacan, a ese vértigo acostumbrado del deseo exhausto de cornisas en la soberbia de un encuentro corporal. Cuerpos enhebrados de sucesos en la piel del alma. Miel eterna de tertulias en el centro exacto de la nada.

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