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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Salud Mental. Balance de lo locos o sanos que hemos estado durante el año

Programa emitido en diciembre de 2002

Lo-cura, locuela que nos aborda desde el fondo de los tiempos que anuncian la versión de eso que copula con el absurdo.

Hamlet dice:

¿Lo habré matado así, sin darme cuenta, sin odio ni deseo vengativo alguno puesto en el acto mismo de matar?" Y la reina acota: "¡Oh, que acción más loca y criminal!

La locura está emparentada con la muerte, muerte del alma, pregón de una palabra que no hace eco para el encuentro, espanto de latitudes ásperas.Los profesionales psi hablamos de momento constitutivo, localización inicial del sujeto en la estructura, abordable lógicamente, teorizada en su carácter de subordinación a la estructura del sujeto.

El límite entre la cordura y la locuela que se filtra por la oreja de todo sujeto des-sujetado de la ley, es frágil.

Manía, melancolía, etc., diferentes nombres para decir de esa muerte del alma, desaparición del sujeto que no hace nexo de articulación posible. La locura, es importante aclarar, se nutre de secundarios beneficios que estimulan el apego a esa labilidad de todo sujeto habitado por lo humano, da testimonio de la ligera certeza de un ardid, maniobra sutil de la locura, vértigo que engendra ese dolor que no hace registro. Vertical caída en una soledad sin límites.

El maníaco, por ejemplo, hace muerte simbólica, resurrección del significante, todo se expresa con retruécanos, juegos de palabras, etc; también libera, gracias a su categoría de loco, desinhibición y des-acuerdo de vertientes que agudizan los gestos... Decíamos, libera el sadismo, esto implica un retorno de lo mortífero; locura y muerte, colores de los estados de ánimo: indiferencia, irritabilidad, alegría, vanidad, agresividad, cólera, jactancia, sensación de poder, sentimientos de venganza etc., la lista es frondosa.

Al melancólico, otra variedad de la nobleza de lo vivo que no sostiene la demora en el abismo del ser, decíamos, al melancólico, sus reclamos orales, lo llevan a destruir el objeto de amor, desea devorarlo...

Abraham, psicoanalista, dice:

El psicoanálisis no intentará establecer una separación rígida entre afecciones neuróticas y psicóticas. Por el contrario reconoce que la libido de cualquier individuo puede regresar más allá de las líneas divisorias entre las dos fases anal sádicas...

Cabe aclarar que llamamos neurótico a la paradoja de los simples mortales. Atolondrados de confusión pero amparados por un orden con el que pueden cumplir, trabajan, manejan, comen adecuadamente... todo parece acotado por una máscara social. Esto es, decimos que es neurótico cualquier sujeto sin síntomas extraños a lo aceptable. Hablamos de psicosis cuando ese personaje se quiebra y el sujeto se hace portavoz de un discurso incomprensible, de conductas extrañas...

Para nosotros psicoanalistas, después de Lacan, el sujeto está invitado a sentarse a la mesa de todo acontecer mental, dado que se halla enfrentado a la desaparición de todas las máscaras que guardan esa verdad muda, la del sujeto que no es, la del ser.

Todos y cada uno de los mortales puede hacer camino de des-dicha, puede trocar neurosis por psicosis en algún momento sin que por eso quede detenido y amputado por esas voces que lo asisten en la caída.

Voces, miradas, caricias que duelen, duelos que no se concluyen, almidón que la piel registra desde el propio olvido.

Locura que hace alma o cuerpo, cicatriz extraviada en el desván. Pasiones del alma que hacen giro de completud y se atreven a todo. Quiroga escribe de amor, de locura y de muerte. Podemos decir que la locura hace lazo significante con el amor y la muerte.

Una palabra hizo surco en estos días, trabajando con un grupo de gente, en grupos de terapia prolongados, esa palabra fue mal amor, todo lo engendra el mal amor, malqueridos sujetos que muestran descarnados sus heridas sangrantes, laceración y almizcle. Mal amor que, como agente conductor, dice de la muerte sin retardo, muerte prematura agonizando de delirio y dolo. Muerte del alma macerada de des-dichas... amor, muerte y una salida para amortizar el horror que hace acto... locura.

Entonces, por la letra de un maestro, caemos en la advertencia:

Es decir, ser de acuerdo a la norma del hombre, a la que consiste en que él sabe que hay imposible y que, como decía esa encantadora mujer que ya les he citado: nada para el hombre es imposible, lo que no puede hacer, lo deja... Es lo que llaman salud mental.

Ironía mediante, Lacan desliza la diferencia en la palabra norma. Lo normal no necesariamente es lo sano. Normal, dice el diccionario, es lo que se halla en su natural estado... Y, como psicoanalistas, debemos decir que el natural estado del humano, de esa cría humana, no es justamente saber de la Ley. De eso que nos permite, nos habilita a una vida que merece ese nombre. De eso que, protegiéndonos de la muerte, nos mantiene en la incomodidad de lo elevado.

Entonces, lo sano o lo loco, dependerá del grado de valentía con que afrontemos el proceso de hacer nuestra esa carne, esos días... Pero lo sano, tampoco, necesariamente es lo cuerdo. No es aquello que, juicioso y reflexivo, nos ata a un juicio. Eso no puede nombrarse como sano.

Lo sano, diremos, entonces, como exquisito manjar, se compondrá de sensibilidad, de creatividad, y, en esos casos, nunca los actos creativos entraron en los cabales de los normales...

Así, podemos ver a Dalí con sus hipercúbicos gestos de pincel, a Breton con su uniones libres de significaciones... y, también, a nosotros, que, noche a noche, le pedimos a le letra que nos salve de lo os-curo...

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