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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Balance social

Programa emitido en diciembre de 2002

Vestigio de moda el piquete, el corralito… Consecuencia no azarosa de un andar sin planes, sin tormentas con sentido.

Un año jugado en la certeza de un desconsuelo, de un mínimo valor. Un año, donde la cuenta da el miedo, la insolencia del presidio sin barrotes, la duda no fructífera porque es aullido de desconfianza.

Marcados por banales movimientos de ganancia, caídos en la violenta maniobra del amo que, desplegando ya no sutilezas, exige servilismos insípidos, la razón de un cierre se hace meritoria, impostergable.

Año que demanda cortes, movimientos básicos hechos desde la esencia de una escala de valores nueva. Año que demanda una mirada sobre aquello que rehuye, que rechaza conclusiones fundantes.

Contra la propia voluntad supimos decir… contra la voluntad de este país que pide desalojo, exilio y, a la vez, conmueve hasta la raíz en su llamado.

Alguien supo decir, lo que ahora viene al caso…

El (Borges) pensaba que la patria es una decisión, que uno es argentino porque ha decidido serlo. Con esta simplificación negaba la otra cara de la moneda: la fatalidad de haber nacido en un lugar, la fatalidad de un condicionamiento.

Fue Borges, también, quien, jugando con las letras, despejando lo oculto de un decir sin ambages, encuentra en el camino de la palabra A R G E N T I N O… otra palabra, palabra muda oculta en anagrama de pérdida, I G N O R A N T E.

Diversas lecturas para enriquecer sentidos pronunciados a la letra. Por ejemplo, otra palabra que nombra para decir algo marcado en lo vulnerable: M A N H A T A N, hombre nominado para ser atado, maniatado a lo corrosivo del nombre.

¿Qué decir para no perder el abismo entre el latido crucial de la creación, lo inesperado, el exnihilo que provocan una incidencia catastrófica en el saber instituido y la pertinencia de un orden interino?

Nos hallamos detenidos en el entre del estado naciente, limbo en lo neonato de una sociedad sin bordes, y lo estatuido social, lo concluido.

Los psicoanalistas miramos los hechos sociales patológicos como si se tratara de un paciente, ese paciente habla, llena espacios con largos devaneos, mera repetición que lo deja exhausto y siempre almidonado en el centro de su alma tortuosa… nada podemos decir, salvo intervenciones para ejecutar más palabras; este silencio no significa mudez, es sólo palabra retroactiva que hace efecto cuando se produce la oportuna interpretación que hace corte allí en el nudo de ese decir aglutinado.

Nuestra sociedad, durante más de una década, se reencontró con el trono de un poder Otro, que sembró de terror y dolor los estómagos de humanos lacerados por las balas de la injuria social; pero nuestra sociedad, manipulada psicológicamente desde 1983, convocada a la vana y nociva tarea de cubrir con el velo de una imagen el horror aún latente de un sufrimiento en lo real, esto es muerte, tortura, cuerpos despedazados, sufrimiento que reclama por un simbolismo que lo ampare, eficaz maniobra de un discurso agudo que haga huella para suturar la herida de un país en llamas.

La furia desatada desde el último 20 de diciembre bajo la forma de secuestros, asesinatos, robos, corrupción, devaluación de la moneda, fraude a plena luz del día, destrucción de las fuerzas productivas, impericia, mala intención en el manejo de la economía, impudicia, cinismo, en suma, como rasgo distintivo del accionar público y privado. Todas actitudes prepotentes de infantil omnipotencia compartida por inmensas masas… marchas y contramarchas sin fin en los bordes de acontecimientos de soberana degradación.

Si pensamos lo anterior referido a un sujeto en una terapia individual, no dudaríamos en considerar que tales vicisitudes dan cuenta de alguna enfermedad grave, cercana a la locura.

El pasado 20 de diciembre echa luz sobre fragmentos de una debilidad discursiva, debilidad de sujetos amotinados de terror, alimento que ha nutrido el desparpajo del poder foráneo.

Lo actual encuentra su correlato en la imaginarización creciente, con su incremento agresivo, inermidad simbólica, inermidad del hombre frente al estado, como efecto de la ausencia de ley del padre, desjerarquización de la función ordenadora… se trata de una acción que cae sobre el sujeto, acción social en tanto crisis de magnitud impensada.

Así, la benevolencia de una tierra explica su contingencia y el riesgo de hacer nuevo un planteo viejo, el de la libertad, que nos convoca en lo íntimo. Juego de oquedades repletas de ilusiones, juego de niños que ya no pueden seguir siéndolo…

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