Contacto: Sede Belgrano. 11 de Septiembre 1071, Capital Federal. 011 4776 2797 | Sede Vicente López 011 152 459 0079

Unite a nuestro Facebook

© 2024

Opus

Departamento de cultura y eventos

Talum

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería de arte de la Fundación CEP

Galería Marcel Duchamp

Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

La naturaleza de cada uno

Programa emitido en noviembre de 2002

Como se ha dicho, y vale reiterarlo, hay modos de palabras que señalan lo inmutable, que nos cercenan lo mutable… Por ejemplo, este modo metafórico de La rana y el escorpión parece señalar que, por más esfuerzo que se haga, no se podrá ir contra la naturaleza.

Un escorpión, que deseaba atravesar el río, le dijo a una rana:

-Llévame a tu espalda.
-¡Que te lleve a mi espalda! -contestó la rana- ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! Si te llevo a mi espalda ¡me picarás y me matarás!

-No seas estúpida- le dijo entonces el escorpión- ¿No ves que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no sé nadar, también me ahogaré?

Los dos animales siguieron discutiendo hasta que la rana fue persuadida. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, de donde él se agarró, y empezaron la travesía. Llegados al medio del gran río, allí donde se crean los remolinos, de repente, el escorpión picó a la rana. Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó:

-¡Ves, te lo había dicho! ¿Pero qué has hecho?
-No puedo evitarlo- contestó el escorpión antes de desaparecer en las aguas-
Es mi naturaleza.

Podríamos leer naturaleza como estructura, como fantasma que hace sombra del ser del sujeto y lo gobierna, como eso que se forja durante los primeros años de vida y que, por la compulsión a la repetición reinante en el psiquismo, parece decidir nuestra personalidad, nuestro modo de ser, nuestra esencia.

Así, en principio, condenados a la noria de satén y pedrería de re-vivir lo visto u oído, de re-sentir vacilaciones y ornatos vanos, quedamos en esa posición… hecha de rencor y dolor.

Pero, ante esa posibilidad, la creación de otra… La que hace de la fábula africana conocida otra versión, menos difundida…

En vez de rana, tortuga. En vez de muerta, defendida por su caparazón. En vez de estafada, viva.

Heroína de la historia, hace diferencia de la versión generalizada. Desde su real fortaleza, abruma a los aguijones del mundo.

Es decir, una versión de destino distinto del destinado… una lectura advertida y una torsión de lo dado.

Re-significación, diremos los psicoanalistas…

Hay un uno más allá de las apariencias, de la intenciones, de los modos. Hay una esencia que nos hace ser aquello que no mostramos, dado que socialmente no es aceptado… o bien visto.

Viendo la película actual acerca de la vida del Marqués de Sade, nos encontramos con una sorpresa: la visión del director coincide con la lectura que el psicoanálisis puede hacer de ese personaje controvertido.

El marqués no es sádico, ni crea el sadismo, tampoco es el que hace, de esa conducta, expresión adecuada.

Sade es un delator, hace evidencia sin descanso, dice de aquello común a la especie humana.

Dice del horror, del poder, del goce, del sometimiento a la pasión (a la ignorancia), cuenta de la hipocresía de una sociedad que simula otra cara, cuenta la cara de su naturaleza.

El marqués, torturado escritor detrás de hojas en blanco, cuenta de sus visiones. Su naturaleza, tal vez, la del delator-artista, explorador del alma humana.

Nuestra esencia… Imaginemos el encuentro de dos desconocidos, enfrentados una noche cualquiera, en un callejón… Imaginemos el temor que nos produce la visión de aquello que inferimos, aquello de la propia naturaleza, como el escorpión.

La esencia es la del fantasma. Humanos perdidos en ella como en ese laberinto, sin retorno… dado que hemos quebrado los hilos de Ariadna que hacían serie de los sucesos.

¿Cuál es nuestra naturaleza verdadera, si escondemos nuestra esencia como un modo de proteger al Otro en nosotros, de no delatarlo?

Esto cuestionado, desmenuzado, dice… nuestra naturaleza no es nuestra.

Entonces: ¿quién picó a la rana, bajo pena de morir?, ¿quién manejó el veneno del escorpión?, ¿qué clase de alimaña se esconde detrás de nuestra carne que, solapadamente, hace su acción habitando nuestro cuerpo?.

Preguntas que arrebatan la idílica sonrisa… preguntas que encuentran sólo una respuesta: ese Otro es el dueño de nuestra esencia… que, ya, claramente, no nuestra.

Somos, esencialmente, del Otro. Cómplices de suicidio y asesinato, por no destruirlo. No es de valientes ni el actuar letras ajenas, ni el escribirlas y esconderse, como titiritero de otras vidas.

Rana-escorpión, díada común, cotidiana, víctima-victimario del proceso oculto de la vida.

Más allá de los modos particulares de los fantasmas, podemos postular, con Lacan, la existencia de una estructura teórica general, estructura que da sustento a lo dicho, el fantasma fundamental… Es decir, si está ubicado -por asignación sin opción- en el lugar de escorpión, rana, tortuga… o príncipe…

Y deberemos decir, entonces, que el atravesamiento del mismo, materializado en un reordenamiento de las defensas y una modificación de su relación con el goce podrá dar la mediada de su revolución.

Entonces, llegados a este punto, ya no es difícil, vislumbrar su consecuencia… O lomos resbaladizos, débiles, expuestos… o sabias protecciones, adecuadas estrategias.

Volver

CONTACTO+SEDES | © Copyright 2000-2024 Fundación C.E.P. Todos los derechos reservados

Diseño + programación Oxlab