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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Primavera, la primera verdad

Programa emitido en septiembre de 2003

A la vera de lo primero, de lo que es origen y verdad en los espejos, el día anunció un nacimiento… Nacimiento de ciclos que reitera, y no, una misteriosa manera de devenir… Nacimiento de un día, como otros, y no, que domestica las espinas, y que, a veces, hace lacio el camino de la búsqueda… Búsqueda temerosa, vacilante… que pide garantías, que aturde de temores… Búsqueda de razones…para, paradojalmente, caer en las trampas… En la antigua Grecia, el primer día de la primavera era el día en que Perséfone, prisionera bajo tierra durante seis meses, volvía al regazo de Deméter, su madre.

Cuenta Homero que en el sureste de Europa hubo un tiempo en el que reinaba la eterna primavera. La hierba siempre era verde y espesa y las flores nunca se marchitaban. No existía el invierno, ni la tierra yerma, ni el hambre. La artífice de tanta maravilla era Démeter, la cuarta esposa de Zeus. De este matrimonio nació Core, luego llamada Perséfone. Se trataba de una hermosa joven adorada por su madre que solía acercarse a un campo repleto de flores a jugar. Un día, pasó por allí el terrible Hades con su temible carro tirado por caballos. Se encandiló con Perséfone y la raptó para llevarla al subsuelo, su territorio. Deméter, al no encontrar a su hija y con una antorcha en cada mano, emprendió una peregrinación de nueve días y nueve noches. Al décimo día el Sol, que todo lo ve, se atrevió a confesarle quién se había llevado a su hija. Irritada por la ofensa, Démeter decidió abandonar sus funciones y el Olimpo. Vivió y viajó por la tierra. Esta se quedó desolada y sin ningún fruto ya que, privada de su mano fecunda, se seca y las plantas no crecen. Ante este desastre Zeus se vio obligado a intervenir pero no pudo devolverle la hija a su madre. Es que Perséfone ya había probado el fruto de los infiernos (la granada) y por eso le era imposible abandonar las profundidades y regresar al mundo de los vivos. Sin embargo, se pudo llegar a un acuerdo: una parte del año Perséfone lo pasaría con su esposo y, la otra parte, con su madre.

Lo que este mito indica es que cuando Perséfone regresa con su madre, Démeter muestra su alegría haciendo reverdecer la tierra, con flores y frutos. Por el contrario, cuando la joven desciende al subterráneo, el descontento de su madre se demuestra en la tristeza del otoño y el invierno.

Así se renueva anualmente el ciclo de las estaciones y así explicaban los griegos la sucesión de ellas: el otoño y el invierno son tristes y oscuros como el corazón de Deméter al estar separada de su hija. La alegría y la serenidad retornan cuando vuelve con ella, es decir, cuando comienza la primavera. Entonces, diremos… Siempre se vuelve al primer amor. Los mitos son escritos por humanos para humanos. La madre no cesa 'De-meter' a los hijos dentro de su carne, nunca está dispuesta a la parición. Perséfone no puede escapar al mandato y sustenta aquello que fue el florecimiento de su madre, en la época de parir.

La primavera maternal

La niña se fue con el viento.
Y, como los árboles
que crecen de la tierra,
creció la mujer.
Fue como las olas del mar:
Bajando, subiendo, cambiando,
transformando con la luz intensa;
es el nacimiento de la madre.
Su luz llena el valle.
Su calor derrite la nieve.
Su amor conquista los corazones.
Llegó la primavera maternal.

Paul Burney

La primera verdad… somos sujetos para la muerte. Tal vez, por eso, la vida es una clepsidra, un reloj de arena, que nos muestra que las Horas están presentes y que depende de nosotros la posibilidad de florecer.

La primera verdad… yo miento. Sujetos del lenguaje, no podemos decir más que esto, entendiendo del dolor y del goce que nos da el no-todo, a cada instante. La no garantía posibilita tantas primaveras como re-n-aceres… ya que de haceres es la cosa.

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