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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Nuestras íntimas verdades

Programa emitido en abril de 2003

Tal vez, la mayor verdad y la más íntima haya sido dicha por un poeta… o por dos…

… Lo expresa muy bien la fulgurante fórmula de Rimbaud. Los poetas, que no saben lo que dicen, sin embargo siempre dicen, como es sabido, las cosas antes que los demás: Je est un autre (yo es otro).

Como psicoanalistas no podemos decir que haya verdad más escondida y más denunciada que ésta. Ese Otro haciendo nuestros gestos, poniendo estilo a nuestra marcha… y a nuestra demanda…

Lacan nos lo muestra por este sesgo…

¿Qué distingue una palabra de un registro de lenguaje? Hablar es ante todo, hablar a otros. Muy a menudo coloqué en primer plano en mi enseñanza esta característica que parece simple a primera vista: hablar a otros.

Desde hace algún tiempo, ocupa el primer plano de las preocupaciones de la ciencia la noción de qué es un mensaje. Para nosotros, la estructura de la palabra, lo dije cada vez que tuvimos que emplear aquí este término en su sentido propio, es que el sujeto recibe su mensaje del otro en forma invertida. La palabra plena, esencial, la palabra comprometida, está fundada en esta estructura. Tenemos de ella dos formas ejemplares.

La primera, es fides, la palabra que se da, el Tú eres mi mujer o el Tú eres mi amo, que quiere decir: Tú eres lo que aún está en mi palabra, y esto, sólo puedo afirmarlo tomando la palabra en tu lugar. Esto viene de ti para encontrar allí la certeza de lo que comprometo. Esta palabra es una palabra que te compromete a ti. La unidad de la palabra en tanto que fundante de la posición de ambos sujetos es ahí manifiesta.

Si no les resulta evidente, la contraprueba, como siempre, lo es mucho más. El signo en el que se reconoce la relación de sujeto a sujeto, y que la diferencia de la relación del sujeto al objeto, es el fingimiento, revés de la fides. Están en presencia de un sujeto en la medida en que lo que dice y hace –es lo mismo– puede suponerse haber sido dicho y hecho para engañarlos, con toda la dialéctica que esto entraña, incluyendo en ella el que diga la verdad para que crean lo contrario. Conocen el cuento judío, puesto en evidencia por Freud, del personaje que dice: Voy a Cracovia. Y el otro responde: ¿Por qué me dices que vas a Cracovia? Me lo dices para hacerme creer que vas a otro lado. Lo que el sujeto me dice está siempre en una relación fundamental con un engaño posible…

Luego, entonces, otro decir poético…

En vano llega tu imagen a mi encuentro.
Y no me entra donde estoy que sólo la muestro.
Tú volviéndote hacia mí sólo encuentras
en la pared de mi mirada tu sombra soñada.
Soy ese desdichado comparable a los espejos
que pueden reflejar pero no pueden ver.
Como ellos mi ojo está vacío y como ellos habitado
por esa ausencia tuya que lo deja cegado.

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