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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

El corralito del amor o amores acorralados

Programa emitido en octubre de 2002

El tiempo magulla sus cicatrices de barro en el hartazgo de lo vulnerable. Corralito, corral de hitos para el saber que no prospera. El corralito que habitó nuestro pequeño cuerpo, liebre paranoica en el espacio apremiante de una imposibilidad. El amor es de amos, pero hace diferencia ese pequeño trazo subsidiario del miedo.

amor, mora / amos, soma. El amor es morada, el amor de amos, daño corporal, maltrato.
Amores acorralados, Romeos y Julietas atentos a la guarida de una muerte garantida, promesa de eternidad, estrategia de no-amor.

Hoy la Fata nos otorga el tallado de sus letras. Nos dice su vieja sabiduría:

Post-modernidad que nos sugiere abandonar a Neruda y Matilde para encontrar en la virtualidad del chat a la persona "indicada". Chat y onanismo, caverna de Platón… donde algunos creen ver personas sólo ven su propia sombra.

Amores acorralados por lo virtual, amores que no son almores. Amores sin pasión, sin dolor. Antes del amor. Antes de la gloria de un encuentro de amor. Antes de esas canciones de amor que sólo sintoniza la piel en su agudeza. Antes de las películas preñadas de historias de amor, de la novicia rebelde bailando con el hermoso capitán. Aún antes de los poemas que el amor dicta. Antes de todo, enfrentada en astuta lucha con lo vital, con lo frondoso del cuerpo, está nuestra cabeza, solitaria, tormentosa. Nuestra cabeza que, en una sociedad tan desventajosa aumenta sus infiernos y merma sus disfrutes…

¡Sigan desconociendo al otro!!!… ¿Quién podría afirmar que a un buen amor no le sirven las rosas rojas y los encajes?

Desde este corral de ovejas que es Internet, podríamos decir que lo máximo a realizar en materia de deseo, es ponerse un body rojo y besar el monitor. La verdad del amor no esta en la ilusión, el amor viene después, cuando el otro cayó de la perfección otorgada sin, por eso, dejar de abrazarnos. Entonces descubrimos que esos brazos son los brazos. La verdad del amor llega cuando el otro deja de ser fantasma para ser, justamente, carne de la alteridad. Un otro carnal más bello que antes de esa caída, ahora tiene una existencia propia y nos deja compartir esa maravillosa existencia.

Gala y Dalí, Dalí y Gala, cada uno, cada otro y juntos en la producción de la obra de arte, esa obra que cuelga, modesta reproducción, de mis paredes. Ser post-modernos, parece ser atreverse a poner el amor en un corral por no atreverse al desarme de la fantasía, por no atreverse al encuentro verdadero con otro del amor. Por mi deseo, para mí y para todo lo que amo, renuncio a la post-modernidad. Para amar en esta saciedad - sociedad de corralitos, hay que ser una especie de "outsider", salir de la regla general, promover el buen trato, las caricias, el día a día, esa lucha por ser a cada paso un poco más Dalí y Gala para a-firmar, de ese modo, una obra de arte juntos. Outsider de las reglas a seguir, cuando de amar en la post-modernidad se trata. Nunca olviden que no ha nacido aún artista más moderno que Dalí.

Corralitos para saltar o para que sean prisión. Como todo, puede leerse a favor o en contra del propio deseo. El poeta dice: Acorralado entre el mar y la tristeza. Tal vez, debiera suponerse que el amor es eso. Un entre el mar y la tristeza. Difícil franja inconsecuente si se buscan garantías. Llave del goce si se destina fibra a volcarse en él. Todo puede ser lo que uno quiera… pero, ¿qué quiere uno? ¿quiere lo mismo que el dos? El dos suele someter a principiantes… y alardear de juegos entre sabios. Una barca en el mar, eso es el amor… a-mar deriva… Deriva imposible si de corral se trata. Si de trampa a la bestia… para que nunca sea bella.

Allí, en esa historia, la de La Bella y la Bestia, hay las decisiones… por ejemplo, la de "dejarla ir porque la ama". Una señal… la que indica que 'corralito' y 'amor de la infancia', posesivo y extremo, son mortajas.

Entonces, otro amor…

Lacan dice que amar es dar lo que no se tiene… lo que está en causa… Tal vez, podemos decir, amar es dar/darse el por-venir. En El banquete de Platón, se pone en claro. Alcibíades ha sido erómenos (amado-deseado) de Sócrates. Pero, en tanto que erómenos, no sabía qué era lo que en él despertaba el deseo de su erastés (amante-deseante) Sócrates. Así, repetimos:

El amor es dar lo que no se tiene, y sólo puede amar el que no tiene, incluso aunque tenga. El amor como respuesta implica el dominio del no-tener. Dar lo que se tiene, es la fiesta, no es el amor.

(Lacan)

Aquí, podemos decir, el corral es la fiesta, no es el amor. El corralito, ese de pequeño territorio, hace la fiesta donde todo es posible para que nada lo sea, excepto, claro está, en la fantasía. Saltarlo, acceder a lo inconmensurable, es la maniobra del deseante-amante. Activo y, por siempre, por-viviente. Es, de lo que brilla en la espesura, no del verde sólido, que se hace el amor. De lo que brilla en eso que decimos por su ausencia de conocimiento, por inaccesibilidad de razones.

Alcibíades no daba cuenta de sí, de sus pertenencias… sólo nos advierte. ¿Cómo se convierte el erómenos en erastés?

Como un soplo o un sonido que las superficies pulidas y resistentes hacen rebotar y envían en sentido inverso a su punto de partida, así la corriente de la belleza camina en sentido inverso por la vía de los ojos hacia el objeto bello […] a su turno ¡el alma de erómenos está llena de amor! He aquí que ama, pero ¿qué? { … ] no sabe que en su erastés, como en un espejo, se ve a sí mismo.

Alguien lo ha dicho de este modo:

Pero a Alcibíades, que demanda los signos del amor, Sócrates no le responde. Aquello a lo que apunta el deseo de Sócrates en Alcibíades no es eso que hace a Alcibíades deseable, sino precisamente su punto de falta. En ese punto, Alcibíades deja de verse amable en Sócrates, lo que lo hace abandonar la posición de reciprocidad de amor, amar y ser amado, y lo que lo lleva a tomar una decisión.

Entonces, para los corralitos… decisiones.

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