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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

La bisexualidad

Programa emitido en octubre de 2002

El tema de hoy, para nosotros, psicoanalistas, tiene relación con un final para cierta historia: el saber hacer con eso. Diríamos, también, que tiene relación con lo que origina al síntoma, es decir, con lo que se manifiesta en la superficie y proviene de lo que grita su demora y lo que puede hacerse al descifrar ese grito. Ese grito por no poder llegar hasta el final del recorrido, ese grito por no encontrar la Ley suficiente, es de lo que hablarán estas palabras.

Freud lo dice claramente al hablar del desenlace del Complejo de Edipo:

El desenlace del complejo de Edipo en una identificación con el padre o con la madre parece, pues, depender en ambos sexos de la energía relativa de las dos disposiciones sexuales. Esta es una de las formas en las que la bisexualidad interviene en los destinos del complejo de Edipo. La otra forma es aún más importante. Experimentamos la impresión de que el complejo de Edipo simple no es, ni con mucho, el más frecuente, y, en efecto, una investigación más penetrante nos descubre casi siempre el complejo de Edipo completo, que es un complejo doble, positivo y negativo, dependiente de la bisexualidad originaria del sujeto infantil. Quiere esto decir que el niño no presenta tan sólo una actitud ambivalente con respecto al padre y una elección tierna de objeto con respecto a la madre, sino que se conduce al mismo tiempo como una niña, presentando la actitud cariñosa femenina para con su padre y la actitud correlativa, hostil y celosa para con su madre. Esta intervención de la bisexualidad es la que hace tan difícil llegar al conocimiento de las elecciones de objeto e identificaciones primitivas y tan complicada su descripción.


Déjase entrever, entonces, que hay un camino donde el juego de las pulsiones (instintos) interviene para dar destino final a la mirada. A quién se elige, cómo se lo elige. ¿Como ella quiero ser? O ¿A ella quiero tener?… Del mismo modo, con el padre…

Así, niños en el camino, son muchos los pasos que deben ser dados… Hay juegos, hay límites, hay consecuencias de ello. Lacan nos lo dice de otro modo:

El descubrimiento freudiano nos enseña que las adaptaciones naturales están, en el hombre, profundamente desbarajustadas. No simplemente porque la bisexualidad desempeña en él un papel esencial. Desde el punto de vista biológico esa bisexualidad no es extraña, dado que las vías de acceso a la regularización y a la normalización son en él más complejas, y distintas, en comparación con lo que observamos en general en los mamíferos y en los vertebrados. La simbolización, en otras palabras, la Ley, cumple allí un papel primordial. Si Freud insistió tanto en el complejo de Edipo que llegó hasta construir una sociología de tótemes y tabúes, es, manifiestamente, porque la Ley esta ahí ab origine. Está excluido, en consecuencia, preguntarse por el problema de los orígenes: la Ley esta ahí justamente desde el inicio, desde siempre, y la sexualidad humana debe realizarse a través de ella. Esta Ley fundamental es sencillamente una ley de simbolización. Esto quiere decir el Edipo.

Así, la simbolización pasa a ser un concepto de importancia. ¿Cómo hacer el extracto sin llevarse el todo? Es decir, cómo, con esos rasgos, con ese alimento dado, hacer la suficiencia para llegar al final del camino?

A veces, el alimento no es suficiente, y queda corto el paso… Es decir… falta algo por comer, por simbolizar… por elaborar, nos gusta decir a los psicoanalistas.

Por ello, retomando a Lacan, decimos:

Lo que nuestra experiencia demuestra de vacilación en el sujeto referente a su ser de masculino o de femenino no ha de referirse tanto a su bisexualidad biológica como a que no hay nada en su dialéctica que represente la bipolaridad del sexo, si no es la actividad y la pasividad…

A esto es a lo que queremos llegar en este discurso, que la sexualidad se reparte de un lado al otro de nuestro borde en cuanto umbral del inconsciente, como sigue:

Del lado del viviente en cuanto ser apresable en la palabra, en cuanto que no puede nunca finalmente y entero advenir, en ese más acá del umbral que no es sin embargo ni dentro ni fuera, no hay acceso al Otro del sexo opuesto sino por la vía de las pulsiones llamadas parciales donde el sujeto busca un objeto que le sustituya esa pérdida de vida que es la suya por ser sexuado.

Nos llama la atención, nos detenemos… un objeto que le sustituya esa pérdida… ¿Qué representa, entonces, inclinarse ante determinados los objetos? ¿Qué representa esa manera abarcativa de indecisión? Tal el camino en su medio, en su falta de simbolización, de Ley suficiente, para llevar a cabo la decisión de con quién quedarse.

Con quien quedarse decimos para decir de ese modo de extracto de las características alimenticias, válidas, enriquecedoras que, dadas por los padres, son las bases del andar. Con quien quedarse decimos para expresar que hay la duda, la necesidad de evitar la selección… Y, también, la evidencia de ser niños en el medio del camino… entre mamá y papá… entre un principio y un fin.

La sexualidad, esa delatadora fatal, viene en nuestra ayuda. Los humanos somos producto de esos juegos, de esos límites… decíamos, de sus consecuencias. Pero, no sólo somos esclavos de lo recibido, el camino es más largo, aún, y se merece nuestros propios pasos… nuestro propio final de construcción…

Bi-sexualidad. Bi = doble / Vi doble. Ver doble allí donde la alianza es con la titularidad de lo resignado. Memoria que falla por fallida hipótesis de trabajo afanoso. Comercio que agradece lo misterioso del silencio. Ser-es de cartón, como dibujos animados por la visión que dice del horror. Crueldad que dice de lo crudo, lo rudo, lo duro, lo que se duela. Nacer para habitar celdas de ladrillos huecos, ahuecados por la emergencia, por la pérdida de materiales nobles, por el desfalco, por todo aquello que, desde un discurso social, troca camino enhiesto por lo afamado de una gloria baqueana de poder. Border o bordes agotados. Sexualidad, esa de liad o hilad sesuda - mente, sesos frescos en aguada - portavoz de madre. Hilado / textura para la soberbia / soberana de los humanos.

La sexualidad pierde su origen, altar anticipado, credencial de sometido cuerpo, estupidez que incauta a los mortales. No querer saber de ese saber, pregnancia de ortodoncias en la boca que se atreve al miedo. Miedo que es medio o mediación entre la piel y el alma. Miedo de ser allí en la media entre los hombres y sus blasones de verdugos. Miedo de esa visión doble que anticipa el exilio de los mortales, de su incompletud.

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