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Alguien más se lo puede preguntar

La Fundación C.E.P. en la Radio

Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Los buenos deseos para el 2003

Programa emitido en diciembre de 2002

Deseo… Nacido del erotismo y pariente de la desidia, de la indolencia, de la pereza. Así, próximo al libertinaje y vecino de la voluptuosidad se nos ha tornado razón de existencia. Nacido del ocio e incentivo de la lujuria, sus relaciones con el pecado y su castigo nos ponderan ir a su encuentro.

Perseguido por nuestra incompletud, es causa. El objeto del paso hacia él es el paso mismo y la constante cabalgata, su meritoria razón.

Entonces, desde ese lugar condenado por la moral, pero buscado por los inquietos, es que comienza aquello de ir contra la propia voluntad…

Retomando, los deseos… los buenos, los vitales hacen su virtud en cuanto se los formula. Está dicho, los dioses cumplen los deseos… pero hay que ser cuidadosos en su formulación. Esto es, la relación de los deseos con las palabras que los enuncian debe ser sopesada, precisa. Por que son las palabras las que traerán el logro. Su solidez de construcción hará la solidez de su concreción.

En estos días de augurios, tal vez, algunas voces otras puedan diseñar parte del nuevo punto de partida…

Marguerite Duras nos dice:

Por hacerse cargo de un destino, la fuerza recurrente de ser nervios que, acrobáticamente, lo vuelven a empezar todo…

José Saramago:

… el secreto era no calentar el horno ni demás ni de menos, ni tanto ni tan poco, y, por esta regla de tres, ahora será la buena.

I-Ching:

Hay que volver a ungir los caballos guerreros y llevar la lucha a su término; porque quien nunca descansa, quien con el corazón y la sangre piensa en lograr lo imposible, ése triunfa.

Nacimiento en territorio controlado por lo nuevo. Voz a recuperar para cargar el surtidor del misterio. Misterio que se anuncia, signos-señuelo para la rareza.

Estar perdidos, perdidos para siempre de las relaciones medidas, esas que dejan el alma flaca. Estar arrebatados de despropósitos.

Abandonar los bolsos de mano para cargar el baúl de una libertad recién estrenada… no más disparidad, no más disparatados payasos del ayuno mental, entorpeciendo el posible despliegue incesante de lucidez. Finalizar la carrera. Recibirse de sabios y de locos, poetas cruzando el silencio para aterrizar en las manos de esas letras que no suman ni restan, esas que sólo claudican ante el Olimpo.

Gracias al infierno el paraíso no nos abandona… Es más… nos informa acerca de nuevas entradas a la locura, a lo sublime.

Vamos a contar un cuento, es para leerlo antes de dormir, otorgará sueños soberbios. Había una vez una madre que tenía una rubia maravilla, de piel clara como el verano del norte, ojos inmensos como el caos iniciador y una boca rosada y carnosa como uvas en plenitud.

Esta joven, estrenando una dignidad aterradora, le sugiere a su madre que no le otorgue el derecho a volar sin hacerse responsable de ello. En pleno vuelo se encontraban ambas, cuando un enorme pájaro tecnológico, cual paloma mensajera, gestando en la pantalla extraños sonidos, anticipando una era por-venir, era pos-tecnológica, anuncia desde el monitor, un extraño proverbio, oráculo que agoniza de sentencias:

Y si todo puede volver a empezar por ese empecinamiento, por esa insistencia… esta vez, deseamos, nos podamos hacer de “la buena”.

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