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Alguien más se lo puede preguntar

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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

El amor y la autocrítica

Programa emitido en febrero de 2003

Nuevamente, la brújula de la etimología de las palabras que diariamente utilizamos, nos guía por el camino de anclaje, sendero que abominamos en su suceder, dado el silencio que las emociones otorgan al desecho de los sueños.

La palabra amor proviene del latín amororis, su uso se remonta al año 1140. Es sinónimo de afecto, amistad, apego, afectuosidad, asimiento, adhesión, afición, piedad. Sus antónimos son: odio, aborrecimirento, aversión, desapego, desafecto.

Algo sumamente esclarecedor es el seguimiento de las palabras a partir de amor: amor-oso (esto es sinónimo de blando, apacible etc.); amor-tiguar (sinónimo de apagar, aplacar etc., parónimo de dejar como muerto y antónimo de excitar, aumentar etc.); amor-tizar (sinónimo de liquidar, vincular, etc. y antónimo de liberar).

¿Será que, con la raíz del amor, en nombre del amor, se decreta para la vida lo blando, lo apagado, aplacado etc., que se deja como muerto al partenaire? Todos los caminos conducen a la raíz del drama, conducen a Roma. Azarosamente, Roma es anagrama de amor, esto significa que con las letras de la palabra Roma se forma también la palabra amor. Todas las lecturas hacen eco de sometimiento para el amo-r, amor de amo que censura lo que no es símil de andrógena parábola.

Del indoeuropeo, que no es otra cosa que la lengua madre del sánscrito, del griego y del latín, heredamos la raíz wen, que significa amar, querer, desear intensamente…

Dice H. Zimmerman: De allí viene Venus, nombre de la diosa del amor, de donde salió venéreo, que antes se refería al amor físico y hoy sólo se aplica a ciertas enfermedades sexuales. Y también veneración, persona idolatrada. Pero los filtros del amor y los sufrimientos atroces propios de un amor no correspondido hicieron que de la raíz wen derivase además una palabra terrible, veneno… amar y morir quedaron unidos.

De allí morir de amor o hay amores que matan. El amor, ese cotidiano, nos sujeta al imaginario de que existe otro que nos completa, otro que nos va a otorgar aquello que nos falta. Ríos de tinta han librado grandiosas batallas, mucho se ha dicho del amor, amor que desea ser uno con el otro. En-amor-ser (enamorarse)… Con ese que nos encanta, no encantarnos con nosotros. El poeta dijo: No nos une el amor sino el espanto, será por eso que te quiero tanto.

Dice Pierre Rey:

La felicidad nunca ha hecho feliz a nadie. Muy poco antes de pasar a la acción, la mayoría de mis amigos suicidas manifestaban signos extremos de equilibrio y proclamaban desesperadamente que todo iba bien. Simplemente se morían. Hasta que se mataron nadie hubiera podido sospechar el peso de la sombra antigua que ensombrecía su vida. Aquella sombra había movilizado las fuerzas de los suicidas para un combate perdido de antemano contra un adversario sin rostro. Su manera de morir lo revelaba por fin: demasiado tarde. La muerte precedía al diagnóstico. Para tener éste habían tenido que pagar con la otra.

Respecto de esta relación del amor con la autocrítica -relación de extrema dependencia ya que, como dice otro desecho, desecho por desprendido de la lengua, esto es, el dicho popular El amor es ciego, no so-porta, no porta la crítica- es allí donde el hechizo le señala. No parece gozar, la vida cotidiana, de la autocrítica, que sería cuestionarnos la calidad de amor.

Muchos de los que dicen amar, maltratan. Mal-tr-atan, mal atan, dado que todo vínculo reclama continuidad y presencia. Por la misma vía, inevitable y humana, todo vínculo, liga, ata. Lo contrario no es vínculo en sentido estricto. Hay vínculos, que mal atan, son los más. Dado que, si a los que se dice amar, se los maltrata, estamos como nos enseño la etimología, en las antípodas, en los antónimos del amor.

El amor, patologías que se anudan… el otro del amor es alguien que dista mucho de tener aquello que nos falta, es un poco más de los que nos sobra: odio, falta de instinto gregario, furia. Quienes intentan cruzar el umbral son los menos eclipsados por los decires ancestrales, los no dispuestos a repetir incesantemente, como infusorios, su muerte, real o simbólica, los que trepados al misterio de esa luz que habita lo humano, construyen paraísos artificiales dentro del mundo que nos rodea, pequeños mundos para preservarse de lo abominable, mediocre cuadratura, residuales juegos de poder.

Si leemos a Lacan, podemos pensar en algo del amor, donde la muerte, es la pequeña muerte. Donde enamorarse es un yerro que nos puede suceder a los humanos. El no-todas del que inscribí la otra relación en phi de x, si, por la cual ese mismo amor, el amor de que se trata y que pongo aquí de este modo, generosamente, integro del lado de las mujeres, al menos habría que poner allí a un pederasta, eh!. Quiero decir que es no-toda que ella ama. Le queda un pedazo para ella de su goce corporal. Eso quiere decir A de x tachado, el notodismo. Tratemos de extraer algunas consecuencias de lo que finalmente nos muestra el análisis, es que la llamada transferencia, es decir, lo que recién llamé el amor, el amor corriente, el amor sobre el cual se asienta uno tranquilamente y después basta de historias, no es completamente igual a lo que se produce cuando emerge el goce de la mujer. Pero si la x de la relación que podría escribirse como sexual es el significante en tanto que conectada al goce fálico, también hay que sacar la consecuencia correspondiente. Y es ésta si el inconsciente es lo que les dije… y de cuyo soporte hoy les hablé, o sea un saber, todo lo que quería decirles este año a propósito de los no incautos que yerran, es que quien no está enamorado de su inconsciente, yerra.

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