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Alguien más se lo puede preguntar

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Acompañando a Alguien más se lo puede preguntar un programa de Jorge Andrés Moya.

Programas emitidos por 1030 AM Del Plata, de 2.00 a 6.00, de martes a sábados, durante 2002 y 2003

Sugestión

Programa emitido en septiembre de 2002

Este es tiempo para el decir de una Institución Psicoanalítica, tiempo de grieta para introducir sentidos nuevos en palabras viejas.

Haciendo serie con el tema convocante, esto es La Sugestión, sabemos que, la sugestión hipnótica fue el comienzo del psicoanálisis. Sólo a modo de introducción de nuestra participación en este espacio radial, una breve referencia al creador del psicoanálisis, el doctor Sigmund Freud.

Freud nace en el año 1856 y muere en el año 1938. Nos encontramos a 11 días del aniversario 146 de su muerte, acaecida el 23 de Septiembre de 1938. Freud interesado en saber sobre la condición humana y luego de la lectura del texto Sobre la naturaleza de Goethe, decide estudiar medicina.

Al concluir sus estudios, se dedica a la especialidad en enfermedades nerviosas. Gracias a una beca se traslada a París, a la Salpetriere. Allí conoce a Charcot.

Charcot era un médico que se dedicaba a probar que, con sugestión hipnótica, se provocaban las mismas contracturas y parálisis que las observadas en las parálisis histéricas.

Se dice parálisis histérica a la que no está producida por una causa orgánica. Así Freud comienza su pensamiento sobre la condición humana hasta concluir en la creación del psicoanálisis. Su hacer hincapié en factores psicológicos lo lleva a indagar en el camino de Janet y Breuer, la importancia de la evocación, gracias a la hipnosis, de los recuerdos olvidados que, al ser recuperados, hacen desaparecer el síntoma histérico vinculado al recuerdo.

Descubre así la importancia de estos recuerdos olvidados, renuncia a tratar enfermedades nerviosas desde lo orgánico y hace de la sugestión hipnótica su principal instrumento de trabajo.

Encuentra que la sugestión hipnótica tiene defectos: No se puede hipnotizar a todos, no se logra la profundidad deseada, no tiene efectos duraderos, no toca la causa de la enfermedad. El método de la sugestión hipnótica le permite adquirir la impresión de la existencia de procesos anímicos ocultos para la conciencia.

Abandona el método de la sugestión hipnótica, lo reemplaza por el método catártico, que consiste en recordar bajo estado de hipnosis el hecho traumático, para luego llevar a cabo con despliegue afectivo el acto sofocado. Así se remueve el síntoma, se descarga el afecto estrangulado, y se limpia lo enquistado. Abandona este método que también incluye la hipnosis. El motivo de este abandono nos acerca más al tema que hoy nos convoca.

Freud abandona la primera parte del método catártico, esto es, la hipnosis, porque descubre que, si bien se lograban efectos sorprendentes, por ser más importante el lugar de poder que tenía el médico y las relaciones afectivas con éste, al enturbiarse esas relaciones dichos efectos se borraban.

Así arriba al método del apremio, que consistía en reemplazar la hipnosis por la mano en la frente del enfermo al que se convencía de que sabía y lo llevaba, de ese modo, al recuerdo de lo olvidado.

Finalmente desarrolla el método de la asociación libre, lo que hoy se conoce como método psicoanalítico. El sujeto que padece avanza hacía la posibilidad de liberar palabras embrolladas en su decir. Va desvelando un saber que lo habita y lo domina, se va apropiando de sus palabras y, lentamente, de su propia vida.

Se trata de una puerta que debió cerrarse para que tome cuerpo la palabra psicoanalítica. Si el propio Freud cerró esa puerta, porqué pareciera que esta sociedad que no se nutre de sus pensadores más brillantes y se empeña en volver a abrirla? Jugando con las palabras, delicioso instrumento del psicoanálisis: Su-gestión se escucha linealmente como la gestión de los otros.

Tiempo maltrecho, nosotros maltrechos en estos trechos actuales.

Mal-trecho, mal-trato, mal-hecho, mal-habido, mal-estar; situaciones en exceso padecidas y observadas, por cada uno de nosotros, en lo que nos rodea. Reinado de lo malo, del mal que lame las heridas de una sociedad sin destino propio. Sangrando siempre.

Semilla de buen-trecho, buen-trato, bien-haber, bien-hacer, bien-estar, bien-decir. Semilla que no fecunda en el vientre de la gestión de los otros. Ingesta de máscaras, fachadas, imagen, virtualidad sin límite, visión doblegada que prostituye esa semilla.

Gestar en auto-gestión es no in-gesta de ajenidad, de modelos foráneos, indi-gestión de trampas que convierten al sujeto en bocado deseable para el estómago pletórico de intereses extranjeros.

Auto-gestión en oposición a su-gestión.

Como alguien dijo si pudiéramos fracasar de lo propio estaríamos en condiciones de protagonizar nuestra gestión.

Y, para concluir, una frase de Leopoldo Marechal:

Cuando te nieguen el vino, cosecha tus propias parras.

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