Una puerta dice de la diferencia entre un adentro y un afuera. Un afuera, en una de las pocas calles arboladas de nuestra ciudad de Buenos Aires. Un afuera que ya cuenta una historia: una casa construida a principios de siglo con el deseo de la distinción. Un afuera que evoca un pasado, como premonición de lo que, en su adentro, abundará.
Hall
Y, entonces, el adentro. a-dentro. Objeto causa del deseo incluido en un espacio cuyas paredes sostienen. Un adentro facilitador del ingreso a lo propio, al ser. Desde allí, la mirada cae en artificios concretos que denuncian lo simbólico: más puertas –para ir hacia lo íntimo–, una escalera –si se quiere, como relación con uno de los enigmas humanos: la sexualidad– y las letras, enmarcadas, que hablan de los que respaldan nuestra tarea –auspicios y relaciones institucionales que acompañan la labor–.
Salón
En el atravesamiento, la caída en un espacio que soporta la-s-obras. El ingreso a la Galería de Arte-Fundación C.E.P., con sus paneles incorporados a la arquitectura, que recortan espacios, que delimitan lo que allí se expresa. Un espacio para albergar, también, la-s-obras de la palabra, ya sea en las Jornadas sobre Psicoanálisis y Creatividad o en las presentaciones de los libros de Editora Fundación C.E.P.