Nueva lectura de enfermar. La Salud como estado natural
La enfermedad hace un ruido que es como un idioma a descifrar, una cerradura cuya llave hay que encontrar para abrir el sentido y desmantelarlo.
Dra. Eva Puente
Mi punto de partida es el siguiente: “La enfermedad es una falla moral”… “La muerte siempre es pre-M-aturez”… “La muerte es siempre anunciada, el cifraje es su reino”. Será mi tarea dar cuenta de estos axiomas, articular conceptos de las disciplinas invocadas, esto es, medicina y psicoanálisis, para el trazado nuevo de una vieja práctica, práctica que los mitos denuncian y el post-modernismo denosta. La práctica de un saber hacer con ese cuerpo afectado por el alma.
Dice Lacan en Televisión: “Así el afecto llega a un cuerpo del cual lo propio sería habitar el lenguaje -me pavoneo aquí con plumas que se venden mejor que las mías-, el afecto, digo, de no encontrar alojamiento, al menos no de su gusto. Eso se llama morosidad, mal humor también. ¿Es un pecado, una pizca de locura, o un verdadero toque de lo real?”.
Ese afecto que no encuentra alojamiento de su gusto, es lo que lleva al encierro del cuerpo en la cárcel del dolo, dolor que hace pérdida de raíces. Pérdidas de antemano a manos del ¨A¨. Leyendo con el oído atento a la articulación de lenguas, lenguas que nos denuncian en lo humano, en-ferme-dad, dice del encierro en la voracidad de la demanda, a la que el sujeto responde con responsividad Descartes nos lleva a la conclusión siguiente: el alma es aquello que le falta a un cuerpo para soportar la doble vida, una doble vida ligada al pensamiento, así, decir pasión en el alma, es decir acción y movimiento en el cuerpo.
La unidad cuerpo-alma, establece que el alma hace del cuerpo uno, aún si el cuerpo estuviese mutilado… Lacan hace allí su referencia, esto es, dado que los estados de ánimo, no son fiables en el abordaje de lo real, en tanto, el afecto, engaña al hacer su causa fuera del objeto que nos afecta, entonces el inconsciente no parece convocado.
¿Dónde está el cuerpo? Ese cuerpo de goce que vive en estado parasitario a través del lenguaje, ese cuerpo olvidado, no enunciado por la ciencia médica y la psicología. Ese cuerpo que enferma porque falla en su saber. Ese cuerpo que enferma para la pre-M-aturez, esto es, para un rápido tránsito del útero al útero, o dicho más claramente del útero a la tumba, decía que ese cuerpo que enferma es un cuerpo moroso. Como la tristeza, que Lacan clasifica como falla moral, decimos que la enfermedad también es una falla moral, “un pecado, una pizca de locura o un verdadero toque de lo real”.
Ese cuerpo, afecta-acción de ese sujeto como objeto perdido. Lacan dice en la conferencia de Baltimore en 1966: “… aquel objeto perdido es el soporte del sujeto, y en muchos casos es una cosa mucho más abyecta de lo que podrían pensar, en algunos casos es algo del orden de lo hecho, como todos los psicoanalistas y muchos de los que fueron analizados saben perfectamente. Es por eso que numerosos psicoanalistas prefieren volver a una psicología general… Pero yo no puedo cambiar las cosas, soy psicoanalista, y si alguno prefiere dirigirse a un profesor de psicología es su problema.”
¿Qué bicho nos picó de repente?… como a la madre… ante el deseo de cerrar la boca, un palo le impide la acción pro-puesta y proponemos, en esta época de boquitas cerradas, un texto de Medicina Psico- somática.
Actualmente se ofrece, desde la torpeza empecinada de un exceso de información, el estrellato del genoma humano y lo mediático de cierta difusión haciendo trampa de ojo. Decía que actualmente se intenta una recuperación del afecto, a través de coordenadas que hacen maniobras vivando la vida con exquisiteces aberrantes.
Dado que el sujeto de nuestro trato, es el sujeto freudiano, y el sujeto freudiano está en las antípodas del ideal actual… se trata para nosotros, también de exquisiteces, pero exquisiteces, respecto a una verdad, que no tiene “prensa”, ya que sólo es rentable para la vida.
Este texto, es el efecto, de la experiencia de médicos y psicoanalistas empeñados en una forma de lectura, de aquello que ocurre, en la vida y en la piel. Se trata, del encuentro con algún saber sobre esos escritos, esas firmas en el cuerpo, esos mandatos, esas órdenes efectivas/afectivas.
Dice Lacan, que si la tendencia a lo inanimado (esa burbuja) persiste, es porque la vida vuelve allí por caminos siempre iguales, caminos que quedaron trazados en su día. Camino, que no es otra cosa que el saber ancestral, el verdadero sentido de lo que hallamos en la noción de instinto, la implicación de un saber. Un saber que lleva a la vida a detenerse en un cierto límite frente al goce. El camino hacia la muerte, no es otra cosa que lo que llamamos el goce. El significante surge de la juntura de un goce –no cualquiera- goce privilegiado entre todos. Tratar con los demonios de la pasión humana, esa pasión que nombramos con Lacan, como “Pasión por la estupidez”… esa es nuestra propuesta. Y también como él, decimos: “No escribo para los idiotas”. Sin tregua, sin pausa.
Para Uds. Abiertos a sus pa-labras, al vuelo no rasante.
Dispuestos nuevamente, al acecho del dolor sin ropajes. Sin dobleces, más que el de la palabra… estoy dispuesta, una vez más, a articular correctamente un saber renunciando a los orígenes.
Dra. Eva Puente