Cómo puede la verdad matar al deseo

Verdad: (Del lat. Veritas, -atis) f . Conformidad de las cosas con el concepto que la mente forma de ellas. Conformidad de lo dicho con lo pensado o sentido. ¿Es estar de acuerdo? Propiedad que tiene una cosa de mantenerse siempre inmutable. Proposición o juicio que según la razón no se puede negar. Expresión clara, franca y sin lisonja, con que a una persona se le corrige o reprende.

Desde el psicoanálisis, El mito es lo que da una forma discursiva a algo que no puede ser transmitido en la definición de la verdad sólo puede apoyarse sobre ella misma y la palabra en tanto que progresa la constituye. La palabra no puede captarse a sí misma ni captar el movimiento de acceso a la verdad como una verdad objetiva sólo puede expresarla de modo mítico. 1-

Esto implicaría que la verdad no puede ser a claras aceptable, que forma parte de la cultura, del lenguaje y que se nos presenta como en el contenido latente del sueño.

El mito es así la representación objetiva de una subjetividad y basta con un granito de verdad en algún lugar para que ésta llegue a hacerse transparente y surja pese a los obstáculos que la exposición le oponga.

No olvidemos que abordando lo que cojea arribamos a la caus-a. Así la verdad tiene carácter discursivo y en la causa hay una falla: la carencia de ser.

La frustración, como pérdida de un objeto, refunde una insatisfacción. La insatisfacción y la pérdida instalan algo del ser. No por casualidad la filosofía, desde sus orígenes, unió ser y verdad. Ya Parménides había identificado el ser y la comprensión que lo aprehende. Aristóteles caracterizó a la filosofía (metafísica) como el saber que contempla el ente en tanto ente, es decir, respecto de su ser, y por otro lado la llama ciencia de la verdad.

Es precisa la aclaración ontológica del fenómeno de verdad. En Heidegger se trata de una relación tan íntima que la cuestión del ser es a la vez la cuestión de la verdad, y viceversa. Y al decir esto, ha de tenerse en cuenta que el término verdad asume su sentido originario.

Según la concepción tradicional, la verdad se define como la coincidencia, concordancia o adecuación entre el intelecto y la cosa (coincidentia intellectus et rei): si lo que se piensa o dice coincide con la cosa misma o situación objetiva a que se refiere, lo pensado o dicho es verdadero.

Pero en la coincidencia siempre hay una falla y allí aparece el deseo.

En qué coinciden el intelecto y la cosa? Afirmamos: esta moneda es redonda, y decimos que la proposición coincide con la cosa. En qué pueden coincidir si la proposición y la cosa son tan diferentes? Siguiendo el ejemplo de la moneda, la proposición no sirve para hacer compras y ante la desemejanza, la coincidencia debe ser una adecuación.

La proposición debiera convertirse en moneda y así dejar de ser ella misma, una especie de enajenación del sujeto.

La proposición verdadera es descubridora, deja ver y esto sólo es posible en el des-ocultamiento.

Los griegos a la verdad la llamaron alétheia, que literalmente traduce Heidegger por Unverborgenheit, estado-de-no-oculto o desocultamiento.

Ser verdadero es (apopháinesthai) permitir ver el ente, para lo cual es preciso des-ocultarlo o descubrirlo, esto es sacarlo de en-cubrimiento o estado-de-oculto. De manera que la verdad, en su sentido originario no es coincidencia, no es verdad proposicional, si no que es desocultamiento, el acontecimiento merced al cual el ente es puesto en estado-de-no-oculto. Y para esto, es preciso que el ente se muestre a quien puede mostrarse, a un A.

Lo des-oculto (lo verdadero) es siempre un circuito restringido de entes, en tanto que muchos otros le quedan ocultos; y, por otro lado, la caída obra de modo que los entes son descubiertos, pero a la par desfigurados: lo descubierto y abierto se halla en el modo del estado-de-desfigurado y estado-de-cerrado por obra de las habladurías y de la ambigüedad, según Heiddeger, nosotros diremos, por obra del lenguaje se engendra la jaula destino de la verdad.

Pero para Freud el mundo es un mundo de deseo, no de cosas, no del ser.

Siempre en la vivencia de los neuróticos, la realidad imperativa de lo real pasa por delante de todo lo que atormenta infinitamente 2 –

El mito individual del neurótico pone en escena la relación inaugural que se encuentra en ella como oculta, entonces el mito dice verdad.

El deseo es la metonimia de la carencia de ser, la carencia de ser es la verdad radical que se mueve en el deseo.

Lacan lo nombra como lo que se manifiesta en el intervalo que cava la demanda más acá de ella misma, en la medida en que el sujeto, al articular la cadena significante, trae a la luz la carencia de ser con el llamado a recibir el complemento del Otro si el Otro, lugar de la palabra, es también el lugar de esa carencia.

Lo que evoca la demanda es aquello de lo que el sujeto queda privado y la satisfacción de la necesidad aparece como engaño contra el que se estrella la demanda de amor.

Lacan enumera: – si el deseo está efectivamente en el sujeto por esa condición que le es impuesta por la existencia del discurso de hacer pasar su necesidad por los desfiladeros del significante; -si por otra parte, al abrir la dialéctica de la transferencia, hay que fundar la noción del otro con una A mayúscula, como lugar de despliegue de la palabra.

-hay que concluir que, hecho de un animal presa del lenguaje el deseo del hombre es el deseo del otro.

Así el sujeto encuentra la estructura de su deseo en la hiancia abierta por los significantes que representan al Otro.

Cómo se oculta el deseo en el sueño? El escenario lo enmascara.

El deseo se produce en el más allá de la demanda por el hecho de que al articular la vida del sujeto a sus condiciones, poda en ellas la necesidad, pero también se ahueca en su más acá, por el hecho de que, demanda incondicional de la presencia y de la ausencia, evoca la carencia de ser bajo las tres figuras de la nada que constituye el fondo de la demanda de amor, del odio que viene a negar el ser del otro, y de lo indecible de lo que se ignora en su petición.

El deseo es una relación de ser a falta, falta de ser. Falta por la cual el ser existe, falta presentada como reflejo sobre un velo. El desocultamiento es una producción de verdad, es toparnos con lo real.

El deseo, como función central de toda la experiencia humana, es deseo de nada nombrable. 3-

El deseo se juega en otro lugar. Y es en función de esta falta de significante que pueda nombrar al ser, que se puede llegar a un conocimiento de sí respecto al ser, cuando vivimos el deseo.

Lacan dice: Sólo de la búsqueda de ese más allá que no es nada vuelve al sentimiento de un ser consciente de sí, que no es sino su propio reflejo en el mundo de las cosas.

Se nos escapa, lo vemos en el análisis. El ser de deseo es un ser intermitente, no tiene sustancia, se presenta y se esfuma.

Basta con decirle al paciente: usted no se da cuenta, pero el objeto está ahí. Esto es lo que en primera instancia se presenta como la interpretación. El deseo no se capta sino en la interpretación.

Al referirse Lacan al deseo del adulto posiciona: Nada sabe de ellos. Pues la ignorancia se trata de una noción dialéctica, pues sólo se constituye como tal en la perspectiva de la verdad.

Puede la verdad matar al deseo?

La verdad no puede matar a quien se desconoce.

En el análisis, desde el momento en que comprometemos al sujeto, implícitamente, en una búsqueda de la verdad, comenzamos a constituir su ignorancia.

Si el yo no sabe nada acerca de sus deseos, es porque está en estado de desconocimiento; en algún lugar, hay un saber.

Antes que el deseo aprenda a reconocerse sólo es visto en el otro.

el deseo del sujeto sólo puede confirmarse en una competencia, en una rivalidad absoluta con el otro por el objeto hacia el cual tiende. Cada vez que nos aproximamos, en un sujeto, a esta alineación primordial, se genera la agresividad más radical: el deseo de la desaparición del otro, en tanto el otro soporta el deseo del sujeto. Así la verdad se enfrenta al deseo. Cada vez que el sujeto es cautivado por uno de sus semejantes, el deseo retorna entonces al sujeto, pero verbalizado. Si en el análisis se intenta despojar al discurso de toda función verdadera, ortopedizada, gracias a qué volvemos a encontrarla?

En el sujeto humano, el deseo es realizado en el otro, por el otro.

Hay que acercarse a la verdad por la vía del lenguaje. Quién podría ocuparse de ella sin código?

La palabra es esa rueda de molino donde constantemente se mediatiza el deseo humano al penetrar en el sistema del lenguaje.

Lacan expone sobre el caso Dora bajo la forma de inversiones dialécticas:

Si Freud hubiera revelado a Dora que ella estaba enamorada de la Señora K, efectivamente ella se hubiera enamorado. Es este el objetivo del análisis? 4-. Es necesario un reconocimiento del deseo.

Se trata de una excanción de las estructuras en que se transmuta para el sujeto la verdad, y que no tocan solamente a su compresión de las cosas, sino a su posición misma en cuanto sujeto del que los objetos son función.

Las inversiones dialécticas hacen surgir desarrollos de verdad.

La verdad, danzando en la dialéctica del tratamiento, vira al deseo. Esta es la hélice que funda para el sujeto un nuevo territorio.

Cómo puede la verdad matar al deseo?

Es muy estructural. Se trata pues, del fantasma.

Cómo matar un primitivo deseo oral?

Conviviendo con el horror saca velos, quedando así el animal parlante desnudo ante su carencia.

Volvemos aquí al mito del neurótico. Tanto la verdad como el deseo forman parte de ese hombre con dependiente deseo. La báscula también actúa aquí.

Dora dirá en su anteúltima sesión: No veo que haya salido a luz nada de particular…

Al posponer Freud su interpretación, murió un nuevo desarrollo de verdad, el deseo de deseo de análisis.

Cómo puede la verdad matar al deseo cuando no hay (je) que pueda oir?

Resulta difícil posicionar la verdad, interpretar la transferencia es llenar con un engaño el vacío de un punto muerto.

Bibliografía

Intervenciones y Textos 1 Pág. 39
Intervenciones y Textos 1 Pág. 46
Seminario 2 Pág. 334
Escritos I. Intervenciones sobre la transferencia. Pág. 207.